*Por Delia Ledesma. Mamá de Raúl Ledesma.
Un pibe de 14 años desmayado después de una brutal golpiza por parte de la policía. Otro menor detenido por un homicidio que no cometió. Dos pibes más muertos en manos de la fuerzas de seguridad. Un mes, todo eso en un mes. Uno de los pibes que mataron es mi hijo.
Eso estamos viviendo en Los Cortaderos, nuestro barrio de toda la vida.
El 1 de enero yo estaba durmiendo cuando me avisaron que le habían pegado un tiro a Raúl. Corrí desesperada hasta llegar a la esquina donde estaba en el suelo agonizando. Nunca más se me va a borrar esa imagen, él mirándome y queriéndome decir algo. No pudo. Se lo llevaron en una camioneta al dispensario del barrio Sol Naciente, pero murió en el camino, la bala le había pegado en el corazón, y en el mío también.
No sé bien que pasó, la policía defiende su accionar diciendo que quiso robar. La única certeza es que mi hijo no está más y que la policía lo mató.
Sí, tenemos muchos problemas en el barrio. La marginalidad, la estigmatización, la discriminación y la inseguridad con la que vivimos, un combo que ocultan los medios masivos, porque es problema de los pobres, hace que muchos pibes cometan errores. Pero de ninguna manera mi hijo merecía esto. Raúl era un buen amigo, un ser humano muy respetuoso, en el barrio lo querían un montón. Era muy mamero, venía a cada rato a ver como estaba, me ayudaba mucho en los gastos de la casa.
¿Y ahora? mi cabeza la ocupa él, no pienso en otra cosa que no sea en mi hijo. Me despierto a la mañana temprano y voy a su pieza a buscarlo, pero ya no lo encuentro más.
¿Cómo se sigue? Yo quiero que se haga justicia, porque no tienen derecho de matarlo como lo hicieron. Cinco días después que le dieran perpetua a los policías asesinos de otro pibe de nuestro barrio, el Güere, lo matan a Raúl. La impunidad con la que se maneja la policía es terrible: el único presente cuando ocurre el asesinato, un menor de 16 años, fue llamado a declarar como testigo, ¡pero quedó detenido en el complejo Esperanza imputado por robo calificado y homicidio!. Además, un día después que enterramos a mi hijo realizaron un allanamiento buscando un “fierro”. No encontraron nada pero amenazaron a uno de los pibes: “así como cayeron Güere y Raúl, van a seguir cayendo otros”.
Esto no puede seguir así, hoy estoy destruida, mi familia está destruida. Este dolor será el motor de lucha para pedir justicia por nuestros pibes y para exigir el control a los innumerables abusos policiales.