20 abril, 2020
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La cuarentena sin casa

 

Según el Primer Censo Popular de Personas en Situación de Calle de Zona Sur hecho a fines del año pasado, 1024 personas viven a la intemperie en los partidos de Lomas de Zamora y Lanús. El Club Temperley cedió un espacio para albergar 30 personas por noche, el único sitio habilitado por el municipio dirigido por Martín Insaurralde, quien debería asegurar un aislamiento integral asistido con médicas, médicos y operadores comunitarios. Santiago tiene 27 años y hace tres meses duerme a la intemperie; durante la pandemia no recibió ayuda estatal: “El Municipio de Lanús y el de Lomas deberían ponerse las pilas; tienen que habilitar lugares para dormir y entregar comida, en vez de cerrarlos. Hay un montón de gente con hambre y no hay alimentos. Para peor, algunos policías te tratan mal: te cagan a palos o te llevan preso”.

 

Las organizaciones sociales se ponen al hombro el pedido de donaciones a la comunidad y garantizan la nutrición básica. El Municipio de Lanús abrió el Club 9 de Julio para albergar solamente a 6 adultos, aunque tienen 10 camas disponibles y prometen aumentar la capacidad, pero aún no cumplen y restringieron el acceso: únicamente permitirán mayores de 60 años que residen en Lanús. “Con 38 años de discapacidad, en situación de calle y con la vida en riesgo, yo no vivo en Lanús; yo muero en Lanús”, confiesa Fernando, de 47 años. Todo se sostiene voluntariamente ante la inacción del intendente Néstor Grindetti: distintas instituciones y clubes han ofrecido sus predios ante los municipios, pero estos no otorgan la habilitación y paradójicamente evaden su responsabilidad, tanto en esta emergencia sanitaria como en la coordinación de políticas públicas que se prolonguen en el tiempo y contemplen el hospedaje, la comida y la atención médica, además de los elementos de higiene.

 

Sergio hace dos años duerme en las veredas de Lanús; grita lo que algunos medios intentan esconder: “La cuarentena es imposible: si vivís en la calle, no te podés encerrar. El municipio no ayuda: no facilita comida y la policía ahora nos echa peor que antes. Necesitamos que no dejen de funcionar las ollas porque no tenemos dónde buscar comida y si estamos desnutridos, el virus nos afectará peor”.

 

Mientras no haya una política clara para quienes no tienen ni un techo para dormir con dignidad, la cuarentena en la calle seguirá siendo el colmo de la humanidad.