22 noviembre, 2014
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20.000 merodeadores

Aunque algunos medios ni se dieron cuenta, hubo otra inundación en la última tormenta: calles anegadas y bocacalles rebalsadas de dignidad, gracias a todas las barriadas que salimos a gritar nuestra verdad, en el infierno de Córdoba Capital, donde el gobierno sigue regando la violencia institucional. Pues camuflado en ese cinismo que enciende las luces del turismo, el delasotismo pretende invisibilizar su zona más oscura: el Código de Faltas que le compró a la dictadura.

¡Abajo el Código de Faltas cordobés!Al servicio de José Manuel de la Gorra, la ley se escribe y se borra a punta de caño: 8 pibes asesinados en el último año, por el gatillo fácil de un hombre que se llama «Impunidad» y las balas que compraron a nombre de tu seguridad. Para mayor certeza, Julio César Suárez habla como Jefe de la Policía cordobesa, justificando los abusos que no justifican ni los intendentes: “Los chicos que están muertos eran todos delincuentes”. No es complicada la idea: el blanco pasea y el negro “merodea”, por lo cual termina preso cuatro o cinco veces al mes. ¿O para qué carajo existe el Código de Faltas cordobés?
Córdoba, Argentina, Siglo XXI.
Usina de toda violencia, ahora le quieren cambiar el nombre por “Código de Convivencia”, disfrazándolo como disfrazaron a los grupos de tareas del tormento y la represión ilegal, para que pudieran seguir operando como “Departamento de Ocupación Territorial”. Porque sí, alteran detalles irrelevantes, pero las prácticas son idénticas a las de antes y sus socios son esos mismos narcotraficantes que dicen perseguir en falsos allanamientos, quienes también auspician los auto-acuartelamientos y los miles de pobres presos sin motivos, en depósitos humanos que llaman “centros educativos”… Frente a todas esas mafias «legales», el centro se volvió a llenar de peatonales, en esta marcha histórica que avanza paso a paso, a contramano de la discriminación: acá está el Codobazo que no te mostró la televisión.

La Poderosa Yapeyú no se borra, ni camina para atrás: en la Marcha de la Gorra, ¡cada día somos más!

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