Detrás de los parlantes, lejos de la fortuna y arriba de la malaria, todos los laburantes de ninguna paritaria seguimos engordando caravanas y desandando sureños caminos, desde las zonas urbanas hasta los sueños campesinos, con las cañas de los invernaderos, con las cajas de los cartoneros, con la voz de la cultura popular, con los frutos de la agricultura familiar, con la legalidad igualitaria, con la propiedad comunitaria, con 40 asambleas barriales, con 80 cooperativas informales, con los planos de tierras recicladas, con las manos de fábricas recuperadas, con la carrocería de la unidad, con la personería de la identidad, con el malón del olvido, con el guión del oprimido, con la memoria del sentimiento villero, con la historia del movimiento obrero, con el mandato del pueblo originario, con el sindicato de lo prioritario, con orgullo, con barullo y con toda la garganta de nuestra conciencia, afianzando la santa sede de la resistencia. Pues allá vamos, de un solo tirón, sin domadores y con la misma rebeldía que un día nos hizo gritar, ¡entramos a la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular!
