En Salta, tuvimos que cerrar dos comedores por falta de mercadería: 693 personas se quedaron sin su plato de comida diario, 300 de ellas niñas y niños. Los comedores Peques Poderosos, de barrio Balneario, y La Ranchada, de barrio Solidaridad, se vieron obligados a cerrar sus puertas, a pesar de los esfuerzos de sus trabajadoras. Estos cierres no hacen más que agravar el hambre, en un contexto en el que la Canasta Básica Alimentaria supera los $55.000.
Desde el gobierno municipal nos soltaron la mano. No brindan ningún tipo de ayuda ni respuesta, y con este panorama ya no damos abasto. Bettina Romero, intendenta de la Ciudad de Salta, sigue sin atendernos: hace tres meses estamos insistiendo para concretar una reunión y desde su entorno nos dicen que “está ocupada trabajando por el bienestar de las y los vecinos”. Si es así, ¿cómo puede ser que desconozca a las 693 personas que se quedaron sin la comida principal del día?
A esta altura, ya no sabemos cómo lo tenemos que decir, ¡sin comer no se puede vivir!