25 septiembre, 2006
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Tenemos un arquero, que es una maravilla

Revisando viejos pizarrones imaginarios, con compañeros de otras organizaciones, en el mantel de ideas, valores y manos que tendemos sobre la mesa del fútbol callejero, nos encontramos anecdoteando con nuestros amigos de la Granja Andar, que organizan infinidad de actividades para el desarrollo de las mejores capacidades de todos los que tenemos alguna discapacidad (si alguien, en algún lugar del mundo, cree que no la tiene, lo felicitamos, pero no le creemos).

Además de participar en la Liga de fútbol por la Tolerancia, Andar juega un campeonato más, para deportistas con determinadas dificultades motoras o mentales, y ahí, “no hace falta ponerle puntos al respeto de los valores, porque ellos, cuando juegan, parten de ser leales”. Ahí, nos contaron, un arquero sufrió un gol, un tremendo gol. Pero no se puso a llorar. Ni a putear. Ni a patear un palo. Ni a pensar por qué le tuvo que pasar a él.

Se puso a aplaudir. “Los compañeros le reclamaban por la actitud, y le remarcaban que debía haberla atajado, pero él siguió aplaudiendo…”. Y cuando terminó, recién cuando terminó de aplaudir, les contestó: “¿Ustedes no lo vieron? ¡Fue un golazo!”.

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