«La moral en su sentido heroico es esa fuerza combativa, esa fe en el triunfo final y en la justicia de la causa que lleva a los soldados a efectuar los más extraordinarios hechos de valor (…).
Entre los dos tipos de moral, la moral ética y la moral de lucha, hay un nexo de unión que las convierte en un todo armónico: la disciplina. Hay distintas formas de disciplina pero fundamentalmente, hay una disciplina exterior al individuo y otra interior a él. Los regímenes militaristas trabajan constantemente sobre la exterior. También aquí se notaba la enorme diferencia entre dos tipos de ejércitos; el de la dictadura, practicando su moral, su disciplina cuartelaria, exterior, mecánica y fría, y el guerrillero, con su notable disciplina exterior grande y una interior grande; esto rebaja automáticamente su moral de lucha. ¿Lucha por qué y para qué? ¿Luchar por mantener ciertas prebendas de nivel íntimo en el soldado? ¿El derecho a expoliar, a cobrar por la bolita, a tener algunas participaciones en la valía, el derecho a ser el ratero uniformado? Pero por ese derecho la gente no pelea sino hasta un momento determinado; hasta que se le exige el sacrificio de la vida…
Del otro lado un ejército con una enorme moral ética, una disciplina exterior inexistente y una rígida disciplina interior, nacida del convencimiento. El soldado rebelde no bebía, no porque su superior lo fuera a castigar, sino porque no debía beber, porque su moral le imponía el no beber y su disciplina interior reafirmaba la imposición de la moral de ese ejército, que iba sencillamente a luchar porque entendía que era su deber entregar la vida por una causa«.
Ernesto Che Guevara, “Moral y disciplina de los combatientes revolucionarios”.