25 mayo, 2009
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Una identidad, de memoria, coherencia y unidad

Mensaje del Che a los Pueblos del Mundo.

«Tenemos hoy la tarea, siempre triste, de recordar a los muertos; a los muertos que cayeron de frente, buscando un mundo que no vieron nunca cristalizar. Pero en épocas como la actual, el recuerdo de aquellos muertos gloriosos tiene cierto aire de alegría, cierto aire de poder decirles a aquellos grandes sacrificados de otras épocas que el pueblo cubano supo cumplir con su memoria y que hoy les ofrece el regalo de esta nueva Cuba, es decir, la materialización de sus sueños. (…)

"Seremos como el Che"Nos falta la creación de esta gran cosa que vemos con formas todavía no exactamente definidas ante nosotros, la creación del socialismo, día a día, paso a paso, con el trabajo cotidiano, que es el más duro, que es el constante, que no exige sacrificios violentos de un minuto, que no pide en un minuto la vida a los compañeros que deban defender la Revolución, sino que pide durante largas horas diarias; a cada uno de nosotros que se esfuerce más para aumentar la producción, para aumentar nuestra conciencia revolucionaria, para poder divulgar las ideas revolucionarias entre nuestros compañeros más atrasados, para poder sacar aún fuerzas de flaqueza y poner otro poco más de empeño para que aumente más la producción, y para que la divulgación de nuestras ideas sea mejor, y, en fin, para perfeccionar nuestra creación todos los días, y defenderla en todos los momentos de nuestra vida con nuestra acción, nuestra fe y nuestro trabajo. (…)

Y, naturalmente, no todo el mundo ha llegado a la misma comprensión de este problema, y es lógico que sea así. Nuestra evolución ha sido de las más aceleradas que conoce el mundo, y todos nosotros hemos sido testigos presenciales de esta evolución. Nunca hubo aquí engaños, nunca se tuvo una carta escondida en ninguna manga, todo el mundo sabía que se estaba luchando por el bienestar del pueblo. (…)

¡Desde la coherencia, siempre!

Después se dieron muchas pruebas de que esa posición del mundo socialista no era una posición de mero alarde, y además se dio cada vez más clara muestra de que la correlación de fuerzas se inclina, rápida y consistentemente, del lado de todos los pueblos amantes de la paz y de la libertad.
Es para nosotros importante saber eso. Estamos muy agradecidos, tenemos más confianza, tenemos más certeza de triunfo, más entusiasmo; podemos dedicarnos con más calma a hacer nuestro trabajo: no tenemos pesando como un lastre tan grande en nuestra subconsciencia, el temor de que todo lo que hoy hacemos mañana sea destruido, y sea destruido inútilmente porque no quede ni nosotros ni un sistema social como el nuestro para rehacer las ruinas.
Ahora nosotros sabemos que es imposible, que si mañana destruyen lo que construimos hoy, que si mañana nosotros desaparecemos, queda el sistema social que nosotros hemos contribuido a implantar, para volver a levantar todas las construcciones, y para crear mejor ese estado social.
Pero además de nosotros hay muchos pueblos en la tierra, y hay más pueblos en la tierra que están en el triste, lastimoso estado en que estábamos nosotros antes del 59, que aquellos que como nosotros han alcanzado este estado orgulloso de nación completamente soberana. Y aquí en América hay gran cantidad de esos pueblos. Todos los días alguna forma de lucha contra el gobierno de algunos de los países de América se desata. Y veíamos siempre lo mismo, eran luchas contenidas, luchas tímidas, cautelosas; luchas para dar un pequeño pasito y asegurar que ese paso fuera una conquista que no se pudiera arrebatar al día siguiente, porque había conciencia de la debilidad.
Sin embargo, la Revolución cubana sirvió no sólo de ejemplo, sino también de catalizador de todas las fuerzas progresistas de América, y bajo el nombre de Cuba, por primera vez en muchos años, fuerzas que políticamente querían lo mismo, aunque variaban en sus tácticas, y por eso se habían convertido en grandes enemigos, gracias a la cizaña imperialista, se juntaron para hacer grandes manifestaciones y para llevar a cabo grandes luchas en toda América, defendiendo nuestra Revolución».

Ernesto Che Guevara, «Mensaje a los pueblos del mundo».
16 de abril de 1967.

 

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