7 septiembre, 2009
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Cómo vamos

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No íbamos tan mal. Hace cinco años, cuando La Poderosa iniciaba su marcha colectiva, el faro cubano alumbraba una alternativa utópica, la menos mediática, la más humana, con historia viva, sin presente muerto. Desaparecida en los 70 por la tragedia de no haber nacido, una nueva juventud despertaba en los albores del 2000 con el espíritu revolucionario escarchado en la heladera de un mundo que, insólitamente proporcional a su calentamiento global, congelaba las luchas en pos de un devenir luminosamente negro, pluralmente unipolar, rebalsado de vacío, completo de nada, activamente pasivo.

Medios de producción, de educación y de comunicación confluían en la inseminación artificial de un patrón individualista; un patrón paralizante; un patrón terrorista; un patrón. Y era mejor olvidarse. Porque mejor no acordarse. Y era mejor aislarse. Porque pasó de moda juntarse. Y era mejor arrancarse, porque era duro plantarse. Y era mejor callarse. Porque daba asco escucharse. Y era mejor morirse, porque cómo nacerse.

Bolivar y Martí

Pues viendo cómo, nos dimos a luz. Tomamos de tu historia, la cultura de nacer, lo relativo de morir. Desde el suelo latinoamericano, surcado por las huellas Bolívar y regado con la tinta de Martí, decidimos abonar nuestra coyuntura con la sangre y el pensamiento que nos dejó el Che, como estandarte de la coherencia, como símbolo de la lucha, como paradigma del Hombre Nuevo. Y, si lo piden también, como la única mercancía de consumo para la alineación capaz de consumirse la alineación de la mercancía, con un lento hervor de lava que poco a poco hará erupción desde la mirada que ha minado todas las vidrieras de la fachada globalizada.

Arriba de La Poderosa, desde distintas tierras, nos lanzamos en 2004 a vivir la lucha de nuestros tiempos, la militancia comprometida, la batalla de ideas, la guerra al asistencialismo, la unidad del campo popular, el empoderamiento de nuestros pueblos, el aborto de la lógica punteril, la participación responsable, el internacionalismo solidario, la cultura latinoamericana, el ejemplo cubano.

Pero Fidel se va a morir. Pero la revolución se va a acabar. Pero en Cuba no hay libertad de prensa. Pero a la ONU le preocupan los derechos humanos en la isla. Pero el mundo toma otra ruta. Pero el poder lo compró otro. Pero un movimiento político nace de la estructura partidaria. Pero lo colectivo es un virus de la juventud. Pero los vecinos no participan. Pero la sociedad es así. Pero contra ellos no se puede. Pero. Pero. Pero. Pero, las pelotas.

¿Libertad de prensa?

Amanece un nuevo modo de comunicar en el primer lustro de La Poderosa: bienvenidos a www.lapoderosa.org.ar. Según dicen, el viento latinoamericano anda girando buena parte de los timones hacia la isla perdida, maravillosamente perdida. Y el tiempo dijo que la libertad de prensa, casada con la libertad del mercado, no hace más que parir millones de hijos presos de la mentira, la miseria y el capital. Y parece que un récord de 185 naciones votaron en contra de las sanciones a Cuba, en la última Asamblea General de la ONU. Y resulta que Amnistía Internacional le pidió a Barack Obama, el martes último, que levante urgente el embargo criminal que pesa sobre Cuba desde hace 47 años. Y, si los diarios no mienten, el reclamo se basó en datos de Naciones Unidas sobre el único país del continente que no presenta en su dinámica natural las violaciones del analfabetismo, ni el genocidio de la desnutrición.

Con un poquito de oído en el nuevo mapa político y económico del continente, quizá se pueda advertir que ya son más tenues las risotadas de los grandes zapatotes que vienen azotando nuestras tierras. Tal vez entonces, sea hora de quitarle crédito a lo que dicen los que siempre dicen, para discutir de una vez por todas una nueva ley de radiodifusión, que no permita lo que ya no se permite en otras tierras de nuestra patria latinoamericana. ¿Y si los barrios piden la palabra, para que el tercio social del servicio de comunicación no pueda caer en manos de las fundaciones que operan como una ficticia caricia sobre la herida que tan ensañadamente han abierto? ¿Y si ponemos algún ojo auténticamente popular en el Órgano de Aplicación de la ley? Esas y otras propuestas están brotando por estos días en las asambleas vecinales, mientras discutimos lo indiscutible de modificar la ley de la dictadura, con las palabras de nuestros barrios, recuperando la participación que pretenden expropiarnos con tanta lingüística academicista gobernada por los mismos que gobiernan todo lo demás.

Revolución cubana

Tambalea en buena hora la mesita del televisor hipnotizador y, aunque hayamos nacido tarde, estamos de pie para presentarle pelea a los multimedios de la acumulación que han soltado sus redes en el continente desde la oscuridad de las dictaduras importadas y las alas del Cóndor genocida, que tuvo cría que en los 90, pero que tarde o temprano, veremos caer. No traigan flores al cementerio guevarista, que poco a poco las van a ver crecer, como crece todavía la barba resplandeciente de un rostro que acaba de cumplir 83 años, con 50 de revolución. No íbamos tan mal. Y vamos bien, Fidel.

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