20 noviembre, 2009
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¡Liberen a Mafalda!

noble, con minúscula.La noticia nos liquidó, nos desesperó, nos conmocionó, pero el manejo discrecional de la información para preservar el curso de la investigación requería un silencio catedrático, un secreto de sumario que hasta acá llegó, porque lo decretamos, porque sí, porque su liberación depende de nuestra reacción, de tu reacción, de la reacción. Esta vez, han ido demasiado lejos. Un nuevo secuestro es press, igual a los que denuncian, impulsado por secuestradores exprés, iguales a los que denuncian, ha dado finalmente con el máximo emblema de la juventud rebelde y animada. No será fácil leerlo. No es fácil escribirlo. Pero nos necesita, te necesita, se necesita. Comandado por un aparentemente noble grupo económico y camuflado tras las páginas abiertas de un Gran Diario, un escuadrón paramediático embistió impunemente sobre la autora intelectual del genocidio de las apatías, la portadora del virus del espíritu crítico, la amiga inseparable de la entrañable Libertad. Y qué mierda: ¡La tienen a Mafalda!
La logística operativa implementada por los captores resulta sistemática, sencillamente descifrable. Tras hipnotizar mediante notas hipnóticas a los posibles testigos transeúntes, trasladan a los prisioneros momificados con tiras de papel prensa, indefensos, apresados por la historia o la historieta, hasta arrojarlos indiscriminadamente en enormes hogueras públicas, donde sus obras, su vida y su esencia se vuelven mercancías de una subasta millonaria que oferta rehenes amordazados. Bien lo sabe Ernesto Che Guevara, asidua presa mediática, raptado cada 9 de octubre hasta la consumación del pago insólito de miles de periódicos, de miles de videos, de miles de pósters. Cada 10 de octubre, lo devuelven, lastimado, mancillado. Ya no les importa dónde está, ni dónde no está. Una vez que cobran el rescate, dan por liberadas las caras del Che, siempre lavadas de contenido, como intentarán devolver las historietas de Mafalda, justo cuando se acabe el negocio, justo cuando alguien pregunte un porqué. Será ése recién el momento en el que los secuestraidores liberarán a Mafalda de sus carcelarias publicaciones, para mandarla de nuevo a dormir con el Che, en el cajón más oscuro de las redacciones, donde se guardan las tapas que mejor tapar, donde se pierden las fotos que mejor velar, donde descansan los muertos que mejor no revivir, donde se esconden los libros que mejor no reescribir.

Clarín y Videla.Ahora, dicen, creen, han secuestrado a nuestra querida Mafalda. Nuestra. Abanderada de los eternamente jóvenes, verdugo impiadoso de la contradicción efervescente de la clase media adulta más acomodada y más incomodada, presunta cómplice de esta lastimosa extorsión. Tal vez aprovechando su innegable condición de panqueques, debilidad histórica y manifiesta de Mafalda, los malhechores se han aprovechado para tentarla y capturarla. ¡Maldita inseguridad!
¿Cómo acusar a ellos, en esta celebración del 45º aniversario del nacimiento de Mafalda? ¿Cómo acusar a ellos, si jamás olvidaron su cumpleaños? Así como un 29 de septiembre de 1964 la madre parió a Mafalda en la revista Primera Plana, un 29 de septiembre de 2009 sus apropiadores la empujaron a la calle para manejarle el marketing de su propia fiesta. Quizá se hayan equivocado esta vez, pero nobleza obliga, hoy decidimos descubrir públicamente el homenaje inédito que los mismos festejantes le ofrecieron a la niña gigante, cuando sopló sus 14 velitas: exactamente el 29 de septiembre de 1978, con Mafalda en el exilio, el Gran Diario Argentino le regaló esta portada inolvidable, con el sueño de verla morir. No pudieron. Y ahora vuelven a buscarla, con el idéntico objetivo social, económico y político que les motorizó la anterior reedición de Batman: vender, vender, vender. Todos objeto, todos producto, todos mercado, todos a la venta. Entra sin historia la historieta de Mafalda y sale Batman por un batitubo, como si Mafalda tampoco existiera, como si hubiera perdido la memoria, como si no le debieran algunas explicaciones, como si no los pusiera en ridículo, como si fuera una caricatura, como si ellos no.

Mafalda se sube a La Poderosa.Deberían saber que Mafalda perdió una amiga, llamada Libertad, durante la dictadura. Deberían advertir que lo terrible de la gran familia humana es que todos quieran ser el padre. Deberían respetar estos derechos, para que no pase lo que pasó con los diez mandamientos. Deberían preguntarse qué habrán hecho algunos pobres sures para merecer estos nortes. Deberían vacunarse contra el despotismo. Deberían sentir los saludables aires nuevos que soplan y lamentarse por su olor a naftalina. Deberían aprender, bien aprendido, que una cosa es un país independiente y otra cosa es un país in the pendiente. Deberían parar el mundo, para bajarse. Pero no: siguen negociando, y con sádico morbo economista la quieren de rehén. Pues bien: impriman, impriman e impriman, nomás. Dirán que es cuento y negarán el secuestro, como niegan la estigmatización de Zavaleta, la radicación de la villa 31, las ambulancias para la 21, la contención de los pibes que viven en la calle, la doble faz social de Yerba Buena o la ausencia del Estado en Bajo Yapeyú. Impriman y sigan imprimiendo, pero cuidado con Mafalda, que ha tomado sopa durante 45 años.
Un día, con seguridad, ese gran día, sus miles y miles de periódicos impresos, de ejemplares tan poco ejemplares, amanecerán en blanco, adornando los kioscos con sus páginas vacías, con sus letras prófugas, con sus títulos exiliados, con sus tapas destapadas: Mafalda se habrá escapado, de una vez y para siempre. Entonces sí, la creatividad de Felipe, la tozudez de Manolito, los hijos de Susanita, la dureza de Miguelito y el pueblo con Libertad engendrarán el grito de millones y millones de mafaldistas concientizados, por tantos globos jamás pinchados, que por fin se echarán a volar. Será entonces, el día que detengamos tanta mentira, tanta incoherencia, tantos papelones y tanta vergüenza, para decirles gracias a los usureros insaciables. Porque si en vez de borrarla, secuestrarla y venderla, la hubieran entendido, Mafalda hoy no tendría sentido. Gracias por Mafalda, Clarín.

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