«El trabajo voluntario fundamentalmente es el factor que desarrolla la conciencia de los trabajadores más que ningún otro. El trabajo voluntario se convierte entonces en un vehículo de ligazón y de comprensión entre nuestros trabajadores administrativos y los trabajadores manuales, para preparar el camino hacia una nueva etapa de la sociedad, una nueva etapa de la sociedad donde no existirán las clases y, por lo tanto, no podrá haber diferencia ninguna entre trabajador manual o trabajador intelectual, entre obrero o campesino. Por eso nosotros lo defendemos con tanto ahínco, por eso nosotros tratamos de ser fieles al principio de que los dirigentes deben ser el ejemplo que ha planteado Fidel en reiteradas oportunidades.
Y una vez más lo digo: no nos interesa la magnitud económica de lo que se consiga, en definitiva todo lo que económicamente se pueda lograr aquí; rebaja de costos, aumento de la rentabilidad, no es nada más que para distribuir entre ustedes, entre el pueblo en general; no le toca a nadie un centavo más que a otro por el hecho de que se trabaje voluntariamente y se entregue ese esfuerzo a la colectividad.
Pero nosotros queremos que se gradúe el esfuerzo para que más gente que no sea capaz de llegar al límite de las doscientas cuarenta horas, que significa un mes entero de trabajo normal de ocho horas en el semestre, pueda también participar en el trabajo voluntario, que cada vez se haga una cosa más amplia, para que se trabaje una buena cantidad de horas por hombres en cada rama. ¿Para qué? De nuevo: para que cada uno adquiera más conciencia. Claro que esto es una cosa eficaz para la producción por lo que directamente significa y, además, por lo que significa también como ejemplo, como desarrollo de la conciencia.
El compañero Arnet -para citarlo una vez más- también se ufanaba que su fábrica, durante meses enteros, no tenía ausentismo. Además, la limpieza, la corrección que hay en esa fábrica es ejemplar; es muy pequeña. Ahora el compañero Arnet, por una inveterada mala costumbre nuestra, hace un tiempo ha sido designado jefe del taller y hemos extraído un gran compañero de la producción y le hemos quitado algunas horas para que administre el taller. Digo inveterada mala costumbre porque la tarea de dirección es una tarea concreta que hay que analizarla bien y que no siempre corresponde al espíritu, a la forma de actuar, a la idiosincrasia de un trabajador ejemplar, y hay grandes trabajadores que pueden no ser grandes administradores, porque son tareas distintas: el trabajo manual es concreto, el trabajo de dirección es abstracto. Pero, naturalmente que por los méritos nadie discute, lo único que a nosotros nos interesaba es que siempre siguiera el compañero Arnet siendo un factor constante que impulse a los demás compañeros a superarse. Ya el compañero de la electricidad me dijo que él ese semestre se «faja» con Arnet; yo no sé si Arnet ahora que es administrador va a bajar un poquito el ritmo, pero ya tiene un buen contendiente ahí.
Y ese tipo de emulación es lo que va haciendo como un juego, que se mejore, que se amplíe cada vez más la base de los trabajadores que participan en la construcción social conscientemente, porque cada hora que se da es una hora consciente; las otras entran en el mecanismo de las relaciones sociales y es una hora más o menos inconsciente.
El trabajo voluntario es la expresión genuina de la actitud comunista ante el trabajo, en una sociedad donde los medios fundamentales de producción son de propiedad social; es el ejemplo de los hombres que aman la causa de los proletarios y que subordinan a esa causa sus momentos de recreo y de descanso para cumplir abnegadamente con las tareas de la Revolución.
El trabajo voluntario es una escuela creadora de conciencia, es el esfuerzo realizado en la sociedad y para la sociedad como aporte individual y colectivo, y va formando esa alta conciencia que nos permite acelerar el proceso del tránsito hacia el comunismo.
Para ustedes, compañeros, para ustedes que son la vanguardia de la vanguardia, para todos los que en el frente de trabajo han demostrado su espíritu de sacrificio, su espíritu comunista, su nueva actitud frente a la vida, debe valer siempre la frase de Fidel que ustedes insertaron en uno de los palcos de este recinto: «lo que fuimos en las horas de mortal peligro sepamos serlo también en la producción: ¡sepamos ser trabajadores de Patria o Muerte!»».
Ernesto Che Guevara. Fragmentos del discurso pronunciado en la entrega de Certificados de Trabajo Comunista en el Ministerio de Industrias, 15 de agosto de 1964.