Se equivocaron una vez más, como tantas otras. Ingenuos. Estúpidos. Se equivocan siempre. Ya es una costumbre regida por su cobardía. Se equivocaron creyendo que no quedarían vestigios ni testimonios. Que la indiferencia se impondría. Que la amnesia ganaría. Se equivocan los nefastos que ponderan y disfrutan tanto dolor. Se equivocan los fanáticos del arte de hacer desaparecer. Se equivocan.
Luciano Arruga nos aparece en todos lados, todo el tiempo. En nuestros pensares, en nuestros sentires. Ahí está, ahora, mañana, por siempre. Una vez más, los equivocados pierden en su patética omnipotencia. Ahí está él, brillando con su presencia: aparece en cada una de nuestras rondas populares, en cada actividad barrial. Porque también es su energía la que nos empuja a seguir con más ganas, con más entereza, con más conciencia, luchando contra cada injusticia que se lleve a cabo en el mundo.
Hace un año que Luciano fue visto por última vez, cuando tenía 16 años. Aunque las investigaciones conducen a la participación de miembros del Destacamento Policial de Lomas del Mirador, no hay ni un policía que haya sido siquiera relevado de sus actividades, un año después. Peor aún, la causa no tiene ni un imputado, un año después. La comprobación de que Luciano, meses antes de la madrugada del 31 de enero de 2009, permaneció nueve horas detenido en la cocina de la casa que funciona como destacamento, sin celdas para apresar a personas detenidas, tampoco hizo aparecer a los culpables; y la policía local sigue funcionando como si nada hubiese ocurrido. Y un año después, a pesar de las promesas, la familia Arruga sigue esperando ser recibida por el gobernador y por el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, que quizá hayan estado ocupados en cuestiones más importantes que la desaparición de personas en democracia. Como si pudiera haber desaparecidos en una democracia que se jacte de serlo.
Desde La Poderosa, volvemos a exigir justicia y la aparición con vida de Luciano. No aceptamos ni aceptaremos que haya un desaparecido Nunca más. Por él también seguimos, por tanta injusticia, por tanto dolor que nos desgarra, por tanta mierda que nos quiere infectar. Tanta bronca y tanta injusticia nos lleva a seguir, a caminar hacia adelante, junto a él, que nos mueve a movernos, que nos empuja a activarnos, a no estancarnos, a luchar por su aparición con vida, por la aparición de todas las voces.