Periodista deportivo y abogado combativo, el tipo no tiene una pelota en el bocho, ni sació su progresismo disertando sobre el Mundial 78. Ocupó trincheras en espacios de poder y puso el cuerpo cuando lo tuvo que poner. Perdió vidriera, dinero y trabajo, pero se ganó el respeto de los que remamos desde abajo. Por suerte, no todo en la vida tiene un monto: por invendibles, son impagables, las palabras de Pablo Llonto.