Pateando el teclado de las revoluciones virtuales y poniendo el cuerpo donde otros ponen las redes sociales, ya copamos los Tribunales para que la mafia de la corporación judicial estalle, pero no vamos a parar hasta que explote la calle. Una y mil veces, han convocado a la Plaza por boludeces, vendiendo por rebeldía la defensa de los intereses de una minoría. Y sin embargo, cuando nos encontramos convocando a cualquiera para gritar todos juntos por la libertad de Carrera, muchísimos indignados se van al mazo y no tienen tiempo para ningún cacerolazo, aunque esta causa represente mucho más que un caso, porque nos habla de las villas, de la Justicia y del atraso. ¿A dónde está ahora toda esa masa social efervescente? En la casa seguramente, lista para juzgar si Maradona es lo suficientemente decente. ¡Que nos chupen un huevo! El Diego está presente, poniendo el pecho donde no lo puso esa gente y gritando una vez más la verdad que se callan los demás. De su propia voluntad, nació esta contratapa cargada de humanidad, corriéndose del torbellino al que vive sometido, para ponerse el equipo al hombro y mostrarse comprometido. No pudimos juntarlos, tan sólo porque Fernando está deprimido, encerrado, amenazado y protegido. Tranquilamente podría haberse fugado, si tuviera el culo manchado, pero a la luz de su inocencia sigue esperando que revisen la sentencia, porque no puede prevalecer la perversidad de los que hacen negocios con nuestra libertad. Durante 2555 días sin un papá para ir a la plaza, sus hijos soñaron con su regreso a casa y, ahora que “El Rati Horror Show” culminaba con la emoción de su liberación, tres jueces del orto pretenden mandarlo de nuevo a prisión. Seguimos llamando a movilizarse a toda la población, aunque a muchos les cueste levantar el culo del sillón y, mientras los mejores moralistas narran su cuento, Maradona la pide en tiempo de descuento… ¡Gritamos con el 10 y van a tener que oírlo! Piden perpetua para la pobreza y no vamos a permitirlo.