2 enero, 2014
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Todos somos Cromañón

Durante mucho tiempo, acompañamos el dolor con un silencio que entendíamos aliviador, porque en la tragedia no se pueden decir boludeces a mares, como se opina de fútbol en los bares, ni burlar impunemente la desolación de los familiares. Todos merecen nuestro respeto, nuestro respaldo y nuestros oídos, dispuestos a escuchar bien. Pato Fontanet también. Y ahora más que eso, porque Ibarra está en su casa, pero el pibe sigue preso, por haber salido a cantar esa noche que se volvió víctima, victimario y familiar. Carne de cañón, para los artesanos de la opinión que apantallan el fuego del consumo, en sus ferias audiovisuales de humo. Por suerte, nosotros no somos prensa de traje, ni rehenes de la mafia judicial; no nos debemos a su maquillaje, ni tampoco a su moral. Somos voces libres e independientes, que 9 años después elegimos gritar con los sobrevivientes, puesto que tal vez no podamos cambiar la historia, pero tampoco vamos a ser cómplices de esta parodia, como si no pudiéramos ver que nunca les toca perder a los dueños del verdadero poder. Porque ya fue suficiente el calvario, como para aumentar las llamas con papel de diario. Porque el pueblo no puede hacerse el dormido, cuando le venden pescado podrido. Y porque las 194 almas que perdimos en Cromañón merecen justicia. No un músico en prisión.

¡Libertad a Callejeros!