Cuando se montó el armazón en el corazón de la ciudad, los funcionarios apostaron a la complicidad de los diarios y a la complejidad de las construcciones territoriales, soñando que una vez más nos peleáramos entre los iguales. Querían ver enfrentadas a las organizaciones villeras, peleando por bolsones o por quién pone más banderas, pero les salió mal. Y al final, se debieron conformar con desestimar al campo popular, porque la Carpa de la dignidad que inició la Corriente Villera Independiente se volvió la carpa de nuestra unidad, contra esta gestión indiferente. De dos, de cientos, de doscientos, de quinientos, de mil y de millones, en Brasil y en todos los rincones donde no exista una justificación, para seguir pateando la urbanización. Por esa simple razón, hoy la historia escribió otro asterisco al pie del obelisco, donde la Carpa parió nuevas carpitas, cada una con sus banderitas, para que todos los barrios cobren visibilidad, sin que ningún salame ponga en duda la representatividad. ¿O por qué no aparece el Jefe de Gobierno de la Ciudad? Porque sabe que vamos con la verdad. Y entonces elije la confusión o la difamación, en vez de dar la verdadera discusión… Acercate, mirá, tomá un mate, escuchá, enterate y opiná: ¡El grito de las villas llegó hasta el Maracaná!
