Contra la fatídica falacia de cualquier normalidad, ahí se practica acrobacia para entender otra realidad. Contra el mandato de la resignación, ahí nace otro arrebato de la alfabetización. Contra la aceleración de la estupidez, ahí se alarga otra educación hasta la adultez. Contra las guitarras que afinan la malaria, ahí se afilan otras garras que terminan la primaria. Contra los intolerantes del siglo XXI, ahí están los estudiantes de la 701. Contra el retroceso en malón, ahí están otros tomando envión. Contra la solemnidad de la grilla que sólo pretende enseñar, ahí cabe un libro de la villa en otra curricula escolar. Pues cada día, contra toda la gilada, con todo, contra nada, ahí resiste todavía un aula que canta, una hermosa comunidad que sueña y una garganta poderosa linqueña que se traga “la palabra autorizada” de “la moral”, para vomitarla bien vomitada sobre la rayuela de un mundo mucho menos normal… ¿Cómo no iban a llamarla “escuela especial”?
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