No somos tan buenos detectives como para saber hoy quiénes quemaron las 42 urnas, ni somos tan buenos observadores como para identificar a todos los que estaban en la marcha, ni somos tan buenos periodistas como para saber de qué modo se colaron esas boletas anticipadas en las cajas sagradas, ni somos tan buenos oportunistas como para pedir “que se intervenga Tucumán”, pero tampoco somos tan malos observadores como para pensar que fueron “comicios normales”, ni somos tan malos periodistas como para llamar “enfrentamiento” a una tremenda represión, ni somos tan malos ciudadanos como para permitir que la clase política se ponga a chapotear sobre la voluntad del pueblo, ni el primer oficialista, ni el último opositor: peléense todo el día, peléense en todos los programas, peléense entre todos ustedes o peléense con todos nosotros, pero la democracia no se toca, nunca más.
Si hace falta, que se vote de nuevo en las 42 urnas quemadas.
Si hace falta, que se recuenten todas las mesas computadas.
Y si hace falta, que se repita con todos levantando las manos.
Lo que seguro no hace falta es reprimir a los tucumanos.