A nosotros, nos consta que no, pero ellos dicen sí. A nosotros nos consta que no robó, ni roba, ni robaría, pero ellos dicen que robó, roba y volvería a robar. A nosotros nos consta que ese hombre no se metió a ninguna bóveda de vinos para sacar una caja, pero ellos dicen que “por algo sonaron las alarmas”. A nosotros nos consta que no hay ninguna denuncia registrada, pero ellos dicen que “hubo llamadas anónimas delatando el robo”. Y sí, a nosotros nos consta que el juez Murcia frenó el allanamiento, “porque no había pruebas, ni era legal hacerlo de noche”, pero ellos dicen que igual se quedaron en las inmediaciones amedrentando a los vecinos, porque “son unos negros de mierda”.
Pues bien, supongamos que sí, supongamos que todos nosotros mentimos, que no somos compañeros de Ariel Giménez, que no lo conocemos, que batimos cualquiera y que ellos tienen la posta: hay un tipo que se metió a una bodega para robar unos vinos, hizo sonar las alarmas y detonó un allanamiento ilegal, por ser pobre… Ahora, evalúen ustedes mismos, si esos explícitos argumentos ameritaban esta tremenda razia comunitaria que desató la Comisaría 14 de General Alvear sobre el barrio Circunvalación, con palazos, balas de goma y hasta un tiro de arma reglamentaria en el brazo izquierdo del “negro de mierda”.
Nosotros somos la inseguridad, de Ariel.
Y ellos son la seguridad, del comisario Marcelo Calipo.