12 octubre, 2015
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Antes, durante y después de 1942

Por la Asamblea Poderosa de la Comunidad El Churcal.

Corre otro 12 de octubre, mientras otros aprovechan para seguir hablando de otros, muchos otros, como si aquí no estuviéramos todos nosotros, intentando hablar de nosotros, muchos nosotros.

Tropieza otro 12 de octubre aquí, en este pueblito que subsiste y resiste sobre una quebrada transversal a la humahuaqueña, acompañando las curvas del Río Juella. Justo aquí, a 9 kilómetros de Tilcara y a 91 de San Salvador de Jujuy, nuestra cultura originaria habita su propia verdad, desde una localidad que toma su nombre de la palabra “huella”, por el fluido sendero de intercambio socioeconómico, cambalache o trueque, que atraviesa nuestra geografía de Oeste a Este y que, a partir de la etapa colonial, se fue transformando de Norte a Sur.

Alrededor de 70 familias trabajamos históricamente estas tierras, desarrollando actividades orientadas a la producción de duraznos, manzanas y peras, en menor medida, además de los cultivos tradicionales del área andina, como papa, haba o maíz, que complementan la cría de ganado, tanto ovino como caprino, destinado siempre al autoconsumo.

A tan solo un kilómetro y medio, se formó una comunidad más joven, El Churcal, dado que debimos trasladarnos junto a nuestros hijos e hijas, porque el legado ya no alcanzaba para todas las familias. Y entonces somos más de 200 grupos familiares actualmente, sosteniendo una convivencia basada en el autoabastecimiento para la defensa del territorio, sobre todo ante el avance de la mega minería. Desde debajo de este suelo y desde arriba de La Poderosa, como tantas comunidades del país, aquí seguimos organizándonos para empoderar nuestra lucha y nuestra cultura, pero también el volumen de nuestra garganta, en los debates políticos, económicos y culturales de los nuevos tiempos.

Hoy, en esta fecha triste y enhorabuena devenida en el Día de la Diversidad Cultural, nuestra asamblea popular ratifica su llamado a seguir luchando incansablemente por una educación inclusiva, que nos permita tomar verdadera conciencia sobre la importancia de la soberanía alimentaria. Porque esta autonomía en resguardo de nuestras tierras debe ser vista desde lo académico así, como un modelo alternativo que plantea otra organización para la producción de alimentos, la distribución de la tierra y la utilización del agua, en armonía con un medio ambiente sustentado en relaciones de equidad. Por eso, nos seguimos rebelando ante la desigualdad, sin perder jamás nuestra identidad, ni esas huellas de nuestros abuelos que nos marcaron el camino con su propia voz. Antes, durante y después de 1492.

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