Cuando matan a un dirigente, cuando lo matan por desobediente, cuando lo matan por no sacar el pecho, cuando lo matan por reclamar un techo, cuando lo matan las Fuerzas de Seguridad, cuando lo matan y lo remata la impunidad, cuando lo matan esposándolo en la agonía, cuando lo rematan sin la autopsia que correspondía, cuando lo matan por hacerse oír desde abajo, cuando lo matan por salir a pedir trabajo, cuando lo matan las manos duras, cuando lo matan bajo torturas, cuando lo matan y el Gobernador se manda a guardar, cuando lo matan de cualquier forma y en cualquier lugar, no hay nada que interpretar, ni otra versión, ni otra especulación, ni dos lados enfrentados: no existe la opción de quedarnos callados.
Ni olvido, ni perdón:
¡Justicia por Ángel Verón!