Una vez más, con la poca prensa que garantiza cualquier manifestación en paz, 25 mil cordobeses marcharon contra la mano dura y contra el Código de Faltas de la última dictadura, esa normativa vigente que permite secuestrar, arrestar o maltratar a un adolescente, para separar bien los tantos a la hora de caminar, porque no cualquiera sabe diferenciar un hermoso paseo de un peligroso «merodeo». ¿Y quién maneja la hipocresía de esa vara, en los rincones de las villas? El policía que te mira la cara y los cordones de las zapatillas, antes del verdugueo y el acarreo al calabozo, ese sucio y oscuro pozo gestionado por los mismos comisarios que administran las razzias en los barrios, moldeando cada argumento con palos de linchamiento y justificando su accionar con aires de conquista, tal como lo hicieron en el reciente allanamiento a la Biblioteca Popular Bella Vista. Fuerzas de impunidad y abusos de autoridad nutren la mística prepotente de los terroristas policiales, asociados ilícitamente con casi todos los canales que silenciaron el reciente robo de 67 armas policiales, perpetrado por sus propios oficiales, para seguir utilizando chicos de la barriada, al servicio de los ricos y el poder. No por nada, Facundo Rivera Alegre sigue sin aparecer.[Best_Wordpress_Gallery id=»2″ gal_title=»Gritos de resistencia»]