Cuando uno arroja una tiza, cuando en el fondo se cagan de risa, cuando una se despereza, cuando pegan un chicle en la mesa, cuando se falta a la verdad, cuando alguno rompe la tranquilidad o cuando alguna esconde su libreta, la máxima autoridad recuerda que «al docente se lo respeta», en la escuela rural o urbana, en las primarias y en las secundarias… Ojalá lo recuerden esta semana, a la hora de las paritarias.
14 febrero, 2016
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El maestro, ahora también, tiene la razón
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