Un día entero marchando a espaldas de los televisores, para poder fundirnos ahora con todos los trabajadores, de la economía formal y la informal, en un solo paro nacional, cargado de dignidad. ¿Y el protocolo de la libertad? Les caiga bien o les caiga como el orto, nuestro recorrido seguirá quedando corto y no se va a terminar, mientras nuestras voces reclamen su legítimo derecho a circular, porque nuestra historia no morirá sin pena ni gloria en un pasillo, ni en esta movilización. ¡Hasta la victoria! Y hasta el último ladrillo de la urbanización.