18 mayo, 2016
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Y en eso, voló Fidel

Ahí, vestido de chaboncito, con gestos de flaco macanudo y con actitud de tipo cualquiera, está gritando Fernando Signorini, “el entrenador personal del mejor Maradona”, el “ex preparador físico de Messi”, el “hombre que armó la cumbre entre los ojos de Tevez y los libros de Galeano”. Para nosotros, el “Profe”, un famoso que no necesitó policías para visitarnos en Zavaleta, un intelectual que no necesitó trabalenguas para hacernos pensar, una persona que no necesitó vencer a otras personas para demostrarnos qué significa ganar. Tal vez por eso, unos 5 mil estudiantes creyeron que debía viajar hoy, al mayor encuentro de la juventud mexicana en Guadalajara. “Pero no, yo no puedo estar ahí, si no invitan conmigo a los jóvenes que están transformando ahora mi país, con sus gritos, con sus historias, con sus asambleas, con sus barrios, con su dignidad y con nuestra identidad”.

 

A su lado, vestido de wachín, con gestos de pibe piolita y con actitud de pendejo atrevido, está sonriendo Fidel, un arquero que no necesitó guantes para guardar nuestras metas, un maestro que no necesitó tizas para enseñarnos a luchar, un erudito que sólo necesito un grito para poder despertar. Y tal vez por eso, unas 40 asambleas creímos que debía viajar hoy, como garganta de tantas gargantas, para llevar nuestra verdad hasta el último rincón de cada universidad. “Jamás en mi vida había conocido otro cielo y nunca imaginé que podría llegar tan alto, persiguiendo mi libertad, escuchando a mis vecinos, sosteniendo mis convicciones y defendiendo a mi barrio, pero ahora estoy acá, bajando de las nubes, con todas las ganas que tenía de conocerlas, desde que la escuela pública me enseñó a leerlas, para entender que no puede ser una desgracia, haber nacido acá o allá”.

 

¿Querías meritocracia?
Tomá.

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