1 julio, 2016
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Por la Jota de los CAJ

Si hablamos de proyectos educativos populares, es decir, de esos motorcitos culturales que hacen traccionar la dignidad de los muchachos de barrio de la provincia de Córdoba, sin dudas emergerá en nuestra conversación una sigla que no es muy familiar para José Manuel De la Sota: los CAJ (Centro de Actividades Juveniles), tres iniciales cuyo peso específico se deposita en la jota: diversos talleres realizados en escuelas populares, moldeados por las mismos pibes y pibas que asisten a ellas empujados por educadores populares.

 

Si hablamos un poco de la situación, hay que decir que -desde que llegó el cambio a nivel nacional– los CAJ ya no dependen de Nación. Porque el Estado nacional, que durante varios años mantuvo este proyecto con sus trabajadores precarizados, ahora directamente se lavó las manos. Entonces, los que se ensucian las manos, se pusieron la lucha al hombro. El proyecto, hoy financiado por la Provincia, avanza principalmente por la voluntad de sus educadores y por la sed de los jóvenes que quieren tomarse las pocas oportunidades que se les presentan. Y en algunos casos, ni siquiera avanza: hay escuelas en las que este año, los CAJ no han comenzado.

 

Si hablamos de la fusión entre educadores y educandos, hay que decir que tanto en las actividades deportivas, en las artísticas y en las culturales que buscan fortalecer los lazos comunitarios, los chicos  naturalmente dan cátedra, mientras el barrio se acerca y se vincula, y los profes van cargando sus mochilas de aprendizajes. Los Jota no asisten para matar el aburrimiento ni perder el tiempo, lo hacen por otras razones, que más abajo comprobaremos. Y los profes no lo hacen por las chirolas que cobran, ni tampoco por esa sonsera de la vocación, sino por creer y crear mayor inclusión.   

 

Si volvemos a hablar de la situación y profundizamos sobre la cuestión, lo primero a decir es que el futuro de los CAJ camina sobre la incertidumbre. Si bien el Gobierno Provincial dio marcha atrás con algunas absurdas exigencias que tuvieron a los CAJ al borde del abismo, como la de pedir que los educadores sean profesionales y/o licenciados, la situación está difícil. Recién en junio comenzaron las actividades, que siempre empiezan en marzo. Y hasta ahora, la única certeza es la aprobación del presupuesto de este mes. Y las promesas sólo son palabras emitidas por los dueños de las mentiras, no están escritas en ningún papel. Lastimosamente, habrá que ver qué pasa en el segundo semestre

 

¿Y si mejor hablan los verdaderos damnificados? Para comprender esta situación tan pero tan chota, gritan bien fuerte los Jota:

 

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