21 agosto, 2016
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¡Feliz día del niño!

Un festejo a pura narración, fiel reflejo de la imaginación de niños y niñas dibujantes, con sus ideas bien delirantes, que se vuelcan a la escritura desde la creación más pura: dragones que quieren estudiar, mascotas que aprenden a bailar, zombies que hacen los deberes, mariposas que vuelan atardeceres, gigantes que lanzan fuego, príncipes y princesas que no conocen el ego. Todos llegaron hasta acá en forma de cuento, viajando con fuerza contra el viento, desde Tierra del Fuego, como si fuera un juego, o desde Tucumán, bajando por un tobogán. Otros volaron desde Chaco o Corrientes, con el poder de sus mentes, o atravesaron Buenos Aires, Mendoza y San Juan, atraídos por un imán. Vení vos también a celebrar y a reírte, ¡te prometemos que vas a divertirte!

 

 

Maia y el robot
Por Joaquín Moreyra, 5 años (Villa 31, Capital Federal)

 

Debajo de la tierra vive un robot solitario llamado Alexis. Por las noches, salía de su cueva para robar autos y construir un robot gigante que pudiera jugar con él, porque ninguna persona lo quería.

 

Lo que nadie imaginaba era que desde el cielo caería un meteorito y acabaría con la humanidad. 
Cuando en el pueblo se enteró fue en busca de Alexis para que ayudara a desviar el meteorito con su robot, pero se negó y las personas se fueron sin esperanzas, excepto una niña llamada Maia, que le preguntó por su negativa: “Si mi robot se choca contra el meteorito, no tendré con quién jugar”. Al escucharlo, Maia le prometió que los salvaba, ella jugaría todos los días con él. Fue así que Alexis sacrificó su robot, triste por perder un amigo, pero contento porque podría jugar con Maia.
Mi mejor amigo
Por Candela Savanz, 13 años (Villa Zavaleta, Capital Federal)

 

Tenía 9 años y vivía con mi abuelo Tito en el campo. Una tarde mientras pescábamos escuchamos un chiflido y al mirar al agua oímos un golpe y un grito. Nos asustamos y al acercarnos vimos a un niño desmayado. Al llevarlo a casa, Tito me pidió un balde de agua y corrí muy rápido a buscarlo. Despertó y noté que sus ojos eran rojos como un gato. “¿Qué planeta es?”, preguntó. Temblando, le dije: “La Tierra”. Tito le preguntó su nombre y, mientras le salían fuego de sus manos y alas de la espalda, contestó “Caith”, y al instante nos contó que debía volver a su planeta, no sin antes prometerme que seríamos amigos y que vendría a visitarme cada verano. Ese es Caith, mi amigo de otro planeta.

 

 

Chocolate y la bruja
Por Juan Claudio Mérida Pereyra, 9 años – Lázaro Mellán, 10 años – Luz Campusano, 11 años – Kiara Gonzalez, 6 años – Nicol Vargas, 6 años (Villa Fátima, Capital Federal)

 

Chocolate es un perro que puede hablar con los niños. Y al que le gusta comer galletitas y chipá. Como siempre camina por el barrio, conoce todos sus rincones y secretos. Un día descubrió que había una bruja malvada viviendo en el pasillo más oscuro de la villa, y cuando la bruja se enteró, lo secuestró y con un hechizo lo convirtió en pájaro. El barrio lo buscó entre las montañas de basura y en los pasillos inundados, pero semanas después los vecinos lo dieron por perdido.

Un día llegó el hijo de la bruja que era un hechicero bueno, y le contó que su mamá era mala por culpa del sombrero que usaba. Y cuando estaba por dejarlo escapar tras convertirlo nuevamente en perro, la bruja quiso detenerlos con hechizo, que derrumbaron la casa. Nadie resultó herido, pero entre los escombros la bruja perdió el sombrero y ya no era malvada. Se disculpó con los vecinos, y con su magia reconstruyó su casa y mejoró los pasillos de toda la villa. Los vecinos vivieron felices para siempre. Y Chocolate se quedó en la casa de los hechiceros, comiendo galletitas.

 

 

El caballero pobre
Por Hernán Santacruz, 10 años (Villa 21-24, Capital Federal)

 

En un reino lejano vivía un caballero llamado Joaquín, que tenía una familia muy pobre. Un día, un ogro se robó la corona de la Reina y ella ofreció miles de monedas de oro para quien recuperar la corona. Entonces, Joaquín fue en su búsqueda hasta encontrarlo. “¿Si quieres la corona debes pelear conmigo”, rió el ogro, con risa perversa. Y se convirtió en un dragón que escupía fuego. En medio de la lucha, Joaquín, con sus últimas fuerzas, lanzó su espada en el corazón del dragón, y cuando este cayó en el piso, encontró la corona.

 

Así, Joaquín devolvió la corona a la Reina, que le pagó con las monedas prometidas. Con ese dinero, nunca más le faltó la comida a su familia.

 

 

Un zombie en la escuela
Por Alexis, 7 años (San Rafael, Mendoza) 

 

Yo estaba en la escuela y me apareció un zombie. Era bueno, así que se puso a hacer la tarea.

 

Cuando terminó fue al patio y se llevó una sorpresa re grande al encontrarse con su enemigo fatal, el troll más grande de la ciudad. Se miraban fijamente con cara de odio y rugían muy fuerte. Minutos más tarde empezó la lucha, que duró 80 minutos. El zombie además de poderoso era inmortal. En cambio, el troll tenía el poder de lanzar fuego por su pecho.

 

El zombie se cubría y sin que se diera cuenta el troll, empezó a comerle partes de su cuerpo.

 

Al final de la pelea el zombie volvió al cementerio, no quería ir al aula porque sabía que la lucha fue más dura de lo que hubiera querido y se sentía arrepentido.

 

Como yo me di cuenta que no volvía lo fui a buscar y lo encontré llorando. Para que no se sintiera solo, lo agarré de la mano y me llevó a su tumba.

Si me escuchás… es porque estoy a su lado.

 

 

Un señor
Por Lourdes, 8 años (San José Obrero, Chaco)

El señor David vive en el barrio Mate Cocido, en la casa que tiene una escuela, donde van los chicos de 3º y 4º “A”. Tenía problemas con los chicos porque hablaban mucho, entonces David llamó a la mamá para contarle y se enamoraron. Tuvieron cinco perros.

 

 

El dragón inteligente y sus amigos
Por Melina, 10 años; Lautaro, 5 años; Luciano, 7 años; Maxi, 7 años; Luciana, 8 años; Magalí, 10 años y Delfina, 10 años (Aramburu, San Juan)

 

Había una vez un dragón llamado Lucas, que usaba una remera que cambiaba de color según su estado de ánimo; era bueno, muy amigable y estudioso. En su casa, sus hermanos se burlaban de él porque le gustaba estudiar, entonces se fue a un pueblo para poder ir a la escuela, ya que era su deseo, y también para tener muchos amigos.

 

Pero cuando entró al aula todos sus compañeros le tuvieron miedo y se alejaron de él. Entonces Lucas se puso muy triste. A pesar de que sus compañeros lo apartaban, él siguió yendo a la escuela, aprendió muchas cosas y se convirtió en el más inteligente del pueblo.

 

Con el tiempo, sus compañeros dejaron de tenerle miedo porque se dieron cuenta de que el dragón era muy bueno e inteligente y se hicieron amigos.

 

La gente del pueblo se dio cuenta de que Lucas no era peligroso y lo empezaron a querer. Después, muchos dragones comenzaron a ir a la escuela.

 

Moraleja: No hay que juzgar por las apariencias, sino fijarse en el interior y aceptar a todos como son.

 

 

Mi amigo Nico y yo
Por Alan, 9 años (San Rafael, Mendoza)

 

En Estados Unidos vivía un amigo mío que se llamaba Nico. Yo me fui a Estados Unidos a visitarlo y nos enamoramos de unas chicas que se llamaban Ludmila y Nicol.

 

Nos fuimos a un boliche, bailamos toda la noche y volvimos a la casa de Nico. Dormimos y después nos fuimos a la casa de Ludmila.

 

Las chicas se pelearon y nosotros nos seguimos juntando igual. Después vivimos juntos.

 

 

Maxi, el chico estudioso
Por Guadalupe, 11 años (Barrio Paraná, Corrientes)

 

Había una vez un joven que se llamaba Maxi, a quien le gustaba jugar mucho y estudiar poco, por eso no entendía lo que tenía que hacer en la prueba que le iban a tomar al otro día. Su mamá se acercó para ayudarlo y explicarle. Y antes de retirarse a dormir, le dijo: «¡Vos podes hijo!» Se despidió con un beso y un abrazo.

 

Al día siguiente se sacó un diez en la prueba y la mamá lo felicitó. Le dijo: «¿Viste que podés?».

Él se puso contento porque su mamá confió en él.

 

 

Amigos sin diferencias
Por Tobías, 9 años (El milagro de la margen sur, Tierra del Fuego)

 

Hace tiempo un niño llamado Alan tenía un perro al que llamó Paco. Todos los días jugaban juntos. Un día paseando por el parque, Alan encontró un gatito de cinco meses que se llevó a su casa. Pero cuando la mamá volvió del trabajo y lo vio le dijo que no podía quedarse con él, porque los perros y los gatos no se llevan bien. Entonces, iban a llevarlo a una granja donde vivían otros animales. Alan llorando le dijo a su mamá que no se lo llevaran, que él iba a darle mucho amor y así los tres podrían ser muy buenos amigos a pesar de las diferencias. Así fue que el gato llamado Antonio, el perro Paco y Alan se convirtieron en amigos inseparables.

 

Mi barrio
Por Gonzalo Díaz, 9 años (Los Cortaderos – Córdoba Capital)

 

Había una vez un barrio en el había dos chicos que iban en una moto, que se llamaban Güere y Maxi. Cuando pasaban por la ruta estaba la Policía y los queria agarrar pero ellos no querían, la Policía los siguió y como ellos no querían frenar, la policía empezó a disparar y se escuchó: pum pum, hasta que un disparo dio en la pierna de Maxi y él se agachó de dolor. Cuando le disparan a Güere, la moto se frena porque él conducía. Caen al suelo y Güere dice: «No me dejen morir». Y murió. Entonces, los chicos del barrio empezaron a hacer justicia con marchas hasta que el barrio consiguió lo que quería: que Leiva fuera preso.

 

En el barrio, los policías empezaron a venir a tirar tiros.

 

Cada año hacen un recordatorio a Güere: Dicen: «¿Donde está Güere?». Y respondemos: ¡presente!

 

 

El gran amigo gigante
Por Morelia, 11 años (San José Obrero, Chaco)

 

Había una vez un gigante que un día se encontró con una niña. La niña se escondió tras la ventana y se cubrió las piernas con la cortina, pero él la atrapó y la llevó a la tierra de los gigantes. Allá todos eran malos. El día que descubrieron a la niña, uno de los gigantes viajó a la tierra de los humanos, agarró un auto y lo lanzó muy lejos. Entonces, el gigante bueno se lo prohibió, pero igual destruyó el lugar de los humanos.

 

Después la nenita hizo del lugar de los humanos una mejor tierra que la de los gigantes.

 

 

El niño perdido
Por María de los Ángeles, 6 años (Villa 21, Capital Federal)

 

Había un niño llamado Ono que vivía con su padre en una casa humilde de ladrillos. Una mañana caminaba cuando encontró un jardín que nunca antes había visto, tenía muchas flores de colores que jamás imaginó y ahí conoció a un mago. Ono quería aprender magia y le pidió que le enseñara, pero el mago le respondió: «Primero, tienes que vestirte como un verdadero mago”. Le dio una varita mágica y un sombrero. Ono hizo aparecer un peluche de oso, después flores, luces en el cielo, libros y juguetes para todos los niños.

 

Mientras el niño y el mago tenían una tarde entretenida, el papá de Ono lo buscaba por todos lados para comer y al no encontrarlo se preocupó mucho por su hijo porque no sabía dónde estaba.

 

Al volver a su casa lo encontró muy triste.

 

–¡Hola papá!- con ese grito lo hizo saltar.

 

–Hijo, ¿cómo estás? ¿Dónde estabas?

 

–Me fui a un jardín encantado y aprendí magia con un mago. Te traje un sándwich para compartir.

 

Y a la noche, cuando el día había acabado, Ono se fue a dormir a su cama.

 

 

La oveja Linda
Por Leo, 5 años (Barrio Paraná, Corrientes)

 

Había una vez una oveja llamada Linda, tenía el pelo blanco con rulos. A Linda le gustaba correr por el río, saltar por el pasto y la tierra, aunque las espinas le pincharan. Un día, mientras caminaba en la granja donde vivía con otros animales, un nene travieso que estaba cansado del “MEE MEE” de las ovejas, y les echó tierra a todas. «¡No me gustan las ovejas!», decía el nene. «¡No me gustan!».

 

 

El barrio inundado
Por Camila, 11 años (Vía Diagonal Norte, Tucumán)

 

Había una vez un barrio que se llamaba “Los Olivos” y padecía de sequías. En un día como hoy, con mucho sol y poca agua, la gente del lugar protestaba por lo mismo. Pero de pronto pasó un mago llamado Merlín, que vendía pociones mágicas de todo tipo.

 

Una señora se le acercó y le preguntó si tenía pociones para hacer que vuelva el agua, y él le respondió que sí, pero que solo quedaba una botella. Entonces la señora le dijo que solo necesitaba una. Pero las otras personas del barrio protestaron y todos se pelearon por comprarla.

 

Entonces hicieron un acuerdo: todos pondrían una pequeña cantidad de dinero para usarla en conjunto.

 

–Hagan lo que quieran –les avisó Merlín– pero eso sí, recuerden que solo se usa una pequeña cantidad porque si no ocurrirá una tragedia.

 

–¿Y cómo hacemos? –preguntaron.

 

–Yo lo pondré, pero antes colocaré otra poción en cada esquina del barrio por si ocurre un accidente –respondió.

 

Pero cuando iba a colocar la poción del agua se tropezó con una piedra y la volcó toda. Entonces el barrio se inundó hasta poco más arriba de las casas. Por milagro lograron salir todas las personas y se tuvieron que ir a vivir a otro lugar.

 

Luego de un tiempo el agua se evaporó, pero desde entonces lo llamaron “El barrio inundado” y se convirtió en un lugar histórico.

 

 

El libro de la galaxia
Por Damián (Villa 31, Capital Federal)

 

El miércoles pasado Ariel encontró un libro. Cuando lo abrió pudo ver un planeta dominado por Huesos, que estaba hecho de hueso y tenía una capa roja.

 

Ariel buscó a su hermana llamada Mabel. Le contó que pudo ver un mundo vecino a través del libro. Pero cuando lo abrió, fueron transportados al libro. Estando ahí aparecieron unos seres extraños, que tenían por cabeza unos ojos tenebrosos. Ellos estaban aterrorizados y con cuidado, para no ser vistos, fueron al castillo. Al entrar encontraron seres de otras dimensiones, esclavizados. Mabel usó su broche del pelo con delicadeza y les sacó las cadenas.

 

Todos juntos escaparon del palacio, pero fueron vistos por los ojos malvados y comenzaron a correr hasta ocultarse. Descubrieron, por relatos de los esclavos, que el castigador era Huesos, que convertía a los habitantes en piedra.

 

En el piso encontraron una pequeña bola, esta se abrió sola y de ella apareció un pequeño ratón que se llamaba Pikachu. Les contó que tenía un poder para poder vencer a Huesos ya que hace muchos años sus padres lo habían enfrentado, pero no fue suficiente.

 

Ariel lo escondió en su ropa y entraron al castillo. El ratoncito dijo que era la primera vez que se encontraría con Huesos.

 

Vieron que Huesos estaba muy enojado por la acción de los recién llegados, que se atrevían a amenazar a su poder. Pikachu cayó del bolsillo de Ariel y le lanzó un rayo a Huesos, que recordó cuando peleaba contra los padres del ratón. Mientras Pikachu y Huesos se batían a un duelo, Mabel, Ariel y todos los esclavos se enfrentaban con los guardias. De tanto enojo que tenía por la muerte de sus padres, lanzó un rayo más fuerte que el de antes, y finalmente logró vencer a Huesos.

 

 

El gran campamento
Por Florencia, 6 años (Barrio Paraná, Corrientes)

 

Los niños y niñas estaban mirando la hora porque se hacía tarde para ir a sus casas. Tenían que comer, dormir y descansar porque al otro día harían un campamento.

 

Los niños chiquitos querían cruzar el río, pero no podían y tampoco podían comprar un barco porque no tenían plata.

 

En el campamento jugaron al embopa, a la escondida, a cantar y a correr con sus perros. A la noche les daba mucho miedo, tanto que se ponían un sombrero para poder dormir.

 

 

Gato durmiente
Por Belén, 10 años (San José Obrero, Chaco)

 

El gato está en el parque, donde hace amigos buenitos, porque en el parque le pueden robar y le puede pasar algo.

 

 

Buen día
Por Nayla, 9 años (Barrio Paraná, Corrientes)

 

Cinthia era una chica que pasaba el tiempo con su mascota Linda y sus amigas. Una tarde salieron todas juntas a la costanera a tomar un helado. Antes de volver a sus casas, un señor se les acercó para venderles rifas. Cinthia y sus amigas juntaron la poca plata que les quedaba y compraron una rifa, el último número que quedaba.

 

Se quedaron al sorteo y ganaron un auto dorado re lindo. Cansadas y contentas regresaron a sus casas. Cinthia pasó por lo de su tía, quien le cocinó chuletas con puré. Al llegar a su casa, su mamá la abrazó y le preguntó cómo les había ido. Y ella respondió: «Bien, muy bien. Nos divertimos mucho con Linda».

 

 

La princesa pintora
Por Luz María, 11 años (Fátima, Capital Federal)

 

Bianca era una pequeña a la que le gustaba pintar. Empezó haciendo trazos en la tierra del campo donde vivía con su mamá y su abuela.

 

Un día la mamá conoció al rey Agustín en una fiesta y se enamoraron. Poco tiempo después se casó con él. Así fue como Bianca se hizo princesa.

 

Sin embargo, la madre había cambiado mucho entre todos los lujos de la realeza y le prohibió a su hija volver a pintar. Bianca decidió seguir haciéndolo a escondidas con la ayuda de su abuela. Usó una habitación oculta en la torre más alta para practicar porque participaría de un concurso muy importante entre los artistas del reino. La reina sospechaba de su hija y decidió seguirla por todos los rincones del castillo. Cuando encontró el escondite, la furia la invadió y liberó a un conejo gigante dentro de la habitación. Al instante el animal destruyó todo a su paso.

 

Cuando Bianca descubrió el desastre lloró amargamente. La abuela vio la angustia de su nieta y quiso ayudarla, entonces regresó a la casa donde la pequeña se había criado y buscó entre todas las cosas guardadas las pinturas de la niña que había hecho muchos años atrás. Bianca presentó una en el concurso. Su obra era tan perfecta y genuina que la princesa ganó y la reina al ver a la felicidad y talento de su hija, recordó que no es necesario vivir entre lujos para ser feliz.

 

 

La señorita de Ballet
Por Jaquie, 9 años (San José Obrero, Chaco)

 

La seño de ballet como no tenía alumnas, pero tenía mascotas, les enseñaba a bailar a los animales. Ellos aprendieron rápido y entonces todos bailaban. Y vivieron felices para siempre.

 

 

El caballero de la armadura encantada
Por Vladi, 9 años (San Rafael, Mendoza)

Érase una vez, en un castillo lejano, un caballero que tenía una armadura de oro y una de diamantes. Un día vino una bruja, hechizó al rey e hizo que desterraran a todos los caballeros valientes. Los caballeros fueron a un pantano y un duende les enseñó a deshacer los hechizos súper fuertes. Pero el caballero seguía teniendo la armadura encantada porque se había movido.

 

Cuando rompieron el hechizo de la bruja, ella formó un ejército de ogros y trolls. Pero los caballeros también estaban listos para cualquier cosa: tenían catapultas y pelearon mucho tiempo.

 

Estaban corriendo cuando los trolls y los orcos los emboscaron. Los caballeros se fueron con el duende mágico y la bruja se fue con Re, el dragón blanco. Le dijo “Re, ¿qué estás haciendo aquí? ¿No deberías estar en el reino para que no entre nadie?». Pero Re contestó: “Casi me derrotan, necesito más brujas”. Sin embargo, los caballeros también tenían un dragón, que era rojo y negro y se llamaba Gironel. Entonces lucharon los dragones, ganó Gironel y todos vivieron felices.

 

 

 

Trini
Por Camila Lucia, 6 años (Barrio Paraná, Corrientes) 

 

Trini tiene 7 años, vive con su papá y su hermana. Le gusta dibujar y jugar a la embopa con Chini, su amiga. Un día fue al río con su papá a tomar un helado, ella pidió el de sabor frutilla. Pasearon un rato en auto por la calle al lado del rio y al volver a casa, se bañó con champú y jabón y a la noche cenaron torta.

 

 

La mariposa sin un ala
Por Camila, 11 años (Vía Diagonal Norte, Tucumán)

 

Había una vez una mariposa sin un ala llamada Ángela, que vivía en el campo, y era muy celosa de las otras mariposas que tenían sus dos alas. Entre ellas, había una que se llamaba Bler y era muy odiosa.

 

Un día Bler se burló de todas las mariposas porque ella se creía perfecta, pero se ensañó tanto con Ángela que la cansó y al final ella se mudó a la ciudad. Cuando llegó vio un millón de humanos. Pero había uno en particular al que le fascinaban las mariposas. Se llamaba Frederick y mientras paseaba por el parque, de pronto apareció Ángela caminando. Él la vio, se agacho e hizo que se posara sobre su dedo. Cuando la levantó, la escuchó hablar. Frederick se sorprendió mucho y le preguntó:

 

–¿Por qué tienes un solo ala?

 

–Mi mamá me dijo que así nací –le respondió.

 

Frederick no lo podía creer. Estaba demasiado sorprendido y pensaba que todo era mentira.

 

–¡Debo estar loco para hablar con una mariposa! –dijo el joven muchacho.

 

–No, no lo estás. Yo sí hablo, lo cual es genial, pero no puedo volar como las demás –respondió Ángela, frunciendo la cara.

 

–No estés triste, yo te voy a ayudar a que vueles libremente –la consoló él.

 

–¡Gracias! ¡Muchas gracias! –respondió ella.

 

Luego la llevo a un veterinario especialista en mariposas y le cosieron un ala artificial. Ángela se puso muy contenta. Gracias a su amigo ya podía volar.

 

 

Tirge
Por Antonella, 8 años (San José Obrero, Chaco)

 

El gato Tirge una vez soñó que se iba a caer en el agua y que su dueña lo levantaba. Y después, como el gatito se asustaba, la dueña lo mandaba a su casa. Pero Tirge se despertó y por suerte estaba en su casa ¡y no tenía miedo!

 

 

La mamá, Juan y Joaquín
Por Estefanía, 12 años (Barrio Paraná, Corrientes)

 

Joaquín y Juan eran dos hermanos que tenían una mamá muy ocupada. Una noche le pidieron que les contara un cuento y ella dijo que sí, pero antes de empezar a leer recordó que tenía que cocinar, entonces se fue.

 

Cuando la mamá termino de cocinar, volvió con sus hijos para leerles el cuento, pero en eso sonó el teléfono. «¡Es del trabajo!», les dijo. Joaquín y Juan le respondieron: «Mamá por favor, siempre estas ocupada. Léenos y después vas». Cuando terminó de leer salió de la habitación, entonces Joaquín y Juan se pusieron a jugar con Tobi, su perrito. “¡Tobi, Tobi, a jugar!”.

 

Al regresar su mamá, se acostaron en la cama para dormir, pero antes de cerrar los ojos, le pidieron otro cuento maravilloso.

 

 

Peque y pelusa
Por Valentina, 7 años (San Rafael, Mendoza)

 

Había una vez un perro muy juguetón que tenía una amiga muy tímida, que era una gata. El perro se llamaba Peque y la gata Pelusa.

 

Después de un largo tiempo se pelearon. Pero apareció un hada que los hechizó y les dijo que no les iba a sacar el hechizo hasta que fueran amigos.

 

Pasó el tiempo y volvieron a ser amigos, así que el hada se fue contenta.

 

 

Mamá
Por Aymara, 7 años (Barrio Paraná, Corrientes)

 

Cuando mi mamá era chiquita le hacían escribir pero ella no sabía. En la escuela, la seño le decía que lo hiciera, aunque estuviese mal, siempre que practicaba. Un día intentando de nuevo se puso a llorar delante de la clase y sus compañeros se rieron de ella. La seño los retó a todos por reírse y les dijo: «A todos nos cuesta más algunas cosas que otras, pero nadie nace sabiendo». Al terminar la clase sus compañeros le pidieron perdón y se fueron a tomar helado de frutilla todos juntos.

 

 

Chicos malos
Por Florencia, 6 años (San José Obrero, Chaco)

Había una vez una nenita que vivía en una casa de dos pisos. Un día se fue a recoger manzanas y unos chicos malos se la llevaron, pero la mamá la salvó cuando ellos estaban durmiendo.

 

 

Súper heroína
Por Chiara, 9 años (San Rafael, Mendoza)

 

La niña súper heroína tenía poderes mágicos y luchaba contra sus enemigos, unos fantasmas que querían quitarles el corazón a los humanos para tener sus sentimientos.

 

Un día, los fantasmas se pusieron de acuerdo y fueron todos juntos a atacar a los humanos. Los humanos no podían vencerlos solos así que llamaron a la súper heroína para que los ayudara. Segundos después, cuando ella se enteró por qué los fantasmas querían el corazón de los humanos, sintió lástima.

 

Para poder solucionar el problema de los fantasmas y para que no se pelearan más con los humanos, decidió compartir su súper corazón con ellos. Desde ese día todos fueron amigos.

 

 

Qué son los sueños
Por Federico, 8 años (Barrio Paraná, Corrientes)

 

Los sueños son hermosos y si los deseas con fuerza pueden hacerse realidad. También hay sueños fantásticos. Los sueños te llenan de felicidad.

 

Mi sueño, entre otros, es tener una computadora, ser veterinario porque quiero curar a todos los animales, bombero para salvar a las personas y ser policía para arrestar a las personas malas.

 

 

Cuento de un dragón
Por Tobías, 11 años (San José Obrero, Chaco)

 

Había una vez un dragón que vivía en un castillo y cuidaba a una princesa que quería ser rescatada. Cerca de ahí trabajaba un leñador que soñaba con convertirse en príncipe. Cuando se enteró, el leñador tembló de pies a cabeza, se armó un escudo y se fue a pelear con el dragón con su escudo y un hacha. ¡Pudo ganarle! Después rescató a la princesa y se casaron una tarde de primavera.

 

Sueño de un barrio mejor
Por Flavia, 12 años (Barrio Juan Manuel de Rosas – Salta)

 

Había una vez una niña que soñaba con mejorar el barrio y ser la presidenta de este. Esa niña se llamaba Flavia,  tenía 12 años e iba a la escuela a estudiar.
Mi escuela se llama Dr. Domingo Narz, se creó en 2011 y se inauguró el 1 de marzo del mismo año. Voy al turno de la tarde, pero entro a las 10 hasta las 18 por jornada extendida.
En mi tiempo libre, me gusta hacer deportes. Como jugar a la pelota o también algunos días voy a visitar a mi amiga.
Siempre viví en la zona norte. Viví en el barrio 17 de octubre con mis abuelos hasta los 4 años y luego me mudé con mi papá y mi mamá a los 5 años y actualmente estoy viviendo con ellos en el barrio Juan Manuel de Rosas. 
En donde vivo ahora me gusta porque ahora pasa el colectivo y nos deja más cerca de la escuela,  también me gusta porque la cancha está cerca de mi casa y puedo ir a jugar.

Sin embargo,  hay cosas que no me gustan como los chicos que hacen quilombo y tiran piedras y hay avispas en el pasaje por donde paso para ir a comprar y también que cuando llueve se inundan las calles y no podemos jugar. 

Mi sueño es ser presidenta del barrio para poder mejorarlo. Siendo presidenta arreglaría las calles y mejoraría el asfalto y sacaría las avispas de los pocillos para ir a comprar más tranquila.

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