Copamos las calles tucumanas a pesar del calor que empezó a pegar sobre nuestras espaldas a media mañana. Y caminamos, porque la temperatura no es limitación.
Les avisamos, eh.
Soplaba un vientito de esos capaces de despeinar a cualquier desprevenido sentado en un escritorio, en esos que se firman convenios y negocios, en esos que se posterga la urbanización y se ordenan «mega allanamientos narco» para tapar cualquier evidencia que los ponga a ellos dentro de ese marco.
La CTEP Tucumán ya se hace escuchar, y nuestra asamblea vecinal, con trinchera en la Vía Diagonal Norte de Yerba Buena, orquestó la comparsa de este operativo sin razias ni malversación de intereses: salimos a la calle por trabajo con inclusión, apertura de nuevos comedores, viviendas, y por la pronta declaración del proyecto de Ley en Emergencia Social.
Que los tiempos son difíciles nosotros lo sabemos de lunes a domingo señores. Que no hay plata, no hay comida, que la canasta está vacía, y que las teorías acerca de la crisis de la macroeconomía se vuelven ridículas cuando te toca ser el actor de la película, eso también ya lo sabíamos.
No hay peor gil que el que se deja chamuyar: la gota que se derrama del vaso no genera riqueza, sino que la creamos quienes trabajamos y defendemos nuestra fuerza de producción.
Caminamos este largo trecho desde la CTEP, para que no tener paritarias y trabajar sin derechos, no sea costumbre de este sistema que nos quiere vulnerables, vagos, pobres y ofertantes de mano de obra barata para levantar casas y mansiones, sin poder construir nuestros propios techos.
Entonces decidimos hacer realidad lo necesario saliendo a gritar con todas nuestras gargantas repletas de poder. Golpeamos las puertas de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán por los carreros, los lava coches, los cadetes y los mensajeros. Y si no nos querían atender, entramos igual.
Plantamos nuestras humanidades frente a la Casa de Gobierno, para que no se les olvide que es la Casa de “Nuestro” Gobierno. Y si aunque sea por un ratito se confundieron pensando que era el de ellos, les aclaramos los tantos entrando por la puerta principal, para salir con el puño apretado por la declaración de la Emergencia Social.
Desprogramamos la agenda de la Gerencia de Empleo y Capacitación Laboral, para insistirles en lo que les pareció una ocurrencia atinada en medio de tanta plata mal gastada: “¡Habiliten los programas de trabajo! Nosotros en el territorio, lo que ustedes en el escritorio”.
Y para finalizar o bajar el telón, desconcentramos con una poderosa afirmación los trabajadores de la economía informal, ¡sin poder popular, no hay justicia social!