Mientras la Ministra de Seguridad explicitaba lo implícito con bombos y platillos -“si sos profesional tu vida tiene más valor”-, ayer, la Hermandad de los Barrios, salió a la calle por Diego Delgado, un pibe muerto hace dos semanas. Y también, por todos los jóvenes a quienes las adicciones los sentenciaron a muerte, por omisión del Estado.
Diego era un chango que no pudo alcanzar un título universitario, pero no fue ni a falta de querer ni de poder, sino porque las puertas se le fueron cerrando, una tras otra, mientras en el camino se iba encontrando con la droga y la adicción se le hacía un nudo en la garganta, que termino asfixiándolo. La luchó, sí que la luchó: casi 10 meses remándola en silencio para no dar el brazo a torcer contra todo pronóstico adverso, negándose al diagnóstico médico, “un estado vegetativo irreversible a causa de una sobredosis”.
Porque lamentablemente el discurso de Bullrich está vigente en los estratos de la sociedad decente, como no era médico, ni abogado, ni ingeniero, no lo atendieron en el hospital Padilla. Lo dejaron tirado en una camilla de la guardia, porque “no podían perder el tiempo con él”. Hasta que, entre camas insuficientes y pastillas que no resolvían la enfermedad, lo derivaron al Sanatorio 9 de Julio, donde después de realizarle los estudios, le cantaron la verdad a su familia.
No, a la madre no le faltaron agallas: dejó el laburo, golpeó puertas, se mordió la lengua más de una vez, y no dejó que le falten los medicamentos recetados, pero a pesar de eso, las autoridades responsables no la escucharon. Bueno, sí, reconozcámoselo: durante el velorio, la Ministra de Salud Pública, Rossana Chahla, le ofreció ayuda, con la misma cordialidad que se mantuvo alejada del joven durante el tiempo de su internación.
Cristian Correa, hermano de Diego, nos dijo que la movilización fue para pedirle “al Estado que tome cartas en el asunto, porque se nos vienen muriendo muchos chicos. Ahora le tocó a mi hermano, pero hay muchísimos casos como el de él. En el último tiempo, en la Antena, fueron por lo menos 10, de los cuales ninguno salió a la luz. Es como si hubiesen muerto animales”. Y agregó: “El consumo de drogas está creciendo, por eso es necesario que los barrios estemos hermanados para hacer más fuerza”.
Pablo Pérez, del barrio La Costanera, comentó que “el Estado provincial dice que está mandando grupos de abordaje a los barrios, pero no es así. En La Costanera, hay un grupo de trabajo hace cuatro años, pero son 4 personas para 4000 familias”. Mientras, Cristian expresó su preocupación: “Se tienen que armar equipos de abordaje. Nos hablan de la complejidad del tema, no tienen idea de cómo encararlo, pero nosotros sí sabemos cómo hacerlo, lo único que tienen que hacer es firmar y apoyarnos”.
Más de 400 personas marcharon hasta la Secretaría de Asistencia y Prevención de Adicciones, donde esperaban encontrar al secretario Matías Tolosa, quien ya se había retirado del edificio, y a quien decidieron dejarle una selección de las mejores pancartas y velas prendidas, para comunicarle la tan temida visita de esta horda de vecinos organizados.
Pero la marcha, que no fue un paseo por la ciudad, plantó una clara consigna: “Ni un muerto más por las drogas”. Por ellos y ellas, quienes siguen sin recibir la atención necesaria, caminaron hasta Casa de Gobierno, para despertar la reacción de alguno de los tipos, que trabaja en alguna de las instituciones del Estado, que podría dar alguna salida a esta situación angustiante.
Finalmente, en Casa de Gobierno los atendió Matías Tolosa, quien se comprometió a responder al petitorio en 20 días. Además, explicó que vienen haciendo trabajo de prevención en los barrios, como si los que estuvieran pidiéndole eso no fueran, precisamente, los barrios. Cristian expresó con bronca: «Si estuvieran trabajando como dicen, no se hubiera muerto mi hermano».