6 octubre, 2016
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Cordobazo, contra el hambre planificado

Ayer, desde la ciudad de Córdoba y de diversos puntos del país, los trabajadores de la economía popular, los que estamos excluidos de la economía formal y de los derechos laborales, organizamos mil ollas populares en nuestras barriadas para visibilizar el hambre que crece, más allá de las estadísticas oficiales y los manoseos partidiarios. La Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y Barrios de Pie volvimos a hacer ese mágico truco que en nuestros barrios populares se repite todos los días: el de llenar cacerolas vacías.

 

 

Según Esteban “el Gringo” Castro, secretario general de la CTEP, “el gobierno nacional ha decidido transferir recursos a los sectores que ya estaban bien, en perjuicio de los sectores de trabajadores de la economía popular, que apenas tenían posibilidad de llegar a fin de mes y que hoy ven esa posibilidad mucho más lejana”. Es en ese marco, que las organizaciones convocantes buscamos visibilizarnos y declarar la Ley de Emergencia Social, que incluye una discusión importante y urgente para todos: “la del salario social complementario, para llegar al salario mínimo vital y móvil, que hoy no está de ninguna forma garantizado”, dice el “Gringo”.

 

 

La jornada comenzó a las 9:00, con una olla de mate cocido en el Patio Olmos, un símbolo del neoliberalismo de los 90: una escuela que fue convertida en centro comercial. Mientras tanto, en los barrios y villas de Córdoba, los vecinos comenzaban a encender el fuego para el guiso. Betty, vendedora de artículos de limpieza y pensionada de Los Cortaderos, cuenta el porqué del reclamo: “Si no nos hacemos escuchar nosotros, que vivimos esta situación, ningún gobierno lo va a hacer. Este año ha sido tremendo: trabajés o no, la plata no alcanza. Me llegó la luz, que tiene tarifa social, y aún así no puedo pagarla: pasó de 60 pesos a 300. Dicen que en diciembre se va a componer, pero al paso que vamos, lo dudo mucho”.

 

 

Por otro lado, María Alejandra, del mismo barrio, también ilustra la situación de su barrio: “Acá, la mayoría trabaja en los hornos de ladrillos y cuando llueve, no se puede trabajar. Hay madres que no tienen con quién dejar a sus hijos. Además, muchas veces, tenés que mentir cuando te preguntan de qué barrio sos, porque si no, no te dan el trabajo”.

 

 

A las 18:00, las organizaciones servimos mate cocido en el centro de la ciudad, y cortamos la calle, para dejar bien en claro nuestros reclamos. “El eje está puesto en el trabajo, no en el subsidio: para nosotros, el trabajo le da dignidad a las personas”, aclaró el “Gringo”. Por su parte, Julio Pereyra, comunicador de La Garganta Poderosa, afirmó: “Hasta que no garanticen los derechos que nos quitaron, no nos vamos a mover de las calles”.

 

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