Vivimos 72 horas de desesperación y angustia porque Layla no vuelve a su casa.
Tiene 14 años, y justito ahora debería estar sonriendo junto a su mamá Neyva y las otras mujeres poderosas que conforman el espacio de géneros en el Bajo Flores. Layla tendría que estar preparándose para viajar por primera vez a Rosario, al Encuentro Nacional de Mujeres, con todas sus compañeras, de todas las asambleas villeras. Así debiera ser, si no fuera por la impunidad que atraviesa a nuestra realidad.
Por eso, salimos a reclamar con sus maestros y sus amigos del colegio, en Rivadavia y Acoyte, para que la fiscalía cumpla su trabajo y nos empiece a cuidar, ya que a cualquiera de sus compañeros y compañeras le podría pasar lo mismo.
A Layla la desaparecieron por segunda vez… Entonces, sepan que no vamos a parar hasta que vuelva con nosotros.
Vamos a gritar hasta que nos quieran escuchar:
¡Que aparezca Layla ya!