Asombrado por la impunidad de la cana y «recién llegado de una ciudad maradoniana», un tano se ofreció a darnos una mano para agitar hasta la última partícula de la manta silenciosa: “Vamos a grabar la película de La Garganta Poderosa”. Y así, delirando, tirando planos para el Festival de Cine y Derechos Humanos, comenzó a grabar su documental, cuando el asesinato de Kevin lo obligó a cruzar el umbral: sin equipaje, se sacó el traje de documentalista y se vistió de asambleísta, como si no viniera de la otra punta del planeta, o como si hubiera nacido en Zavaleta, donde decidió subirse a una moto sin frenos: “Si algo debiera oírse, eso es ‘Ni un pibe menos’”.
Ya para fines de 2013, confirmando que nada es lo que parece, tuvimos la posibilidad de acompañarlo a su primera presentación italiana, alimentando la integración latinapolitana sobre el suelo barroso de Scampía, donde nació otro foco poderoso de la misma utopía, para que la gran escoba comunicacional no siga escondiendo su codicia: «El arte audiovisual está exigiendo justicia». Pues como cada 7 se septiembre, esta vez Kevin hablará el 6 de noviembre, atacando al epicentro del silencio que cualquier canalla expande y gritando desde adentro de la pantalla grande. Sin maquillaje, ni voces obedientes, desde las 19 horas, se lanzará un largometraje contra todas las fuentes encubridoras de esa violencia institucional que nunca queda bien en primera plana… Pero pronto llegará también al Festival de la Habana.
Con el miedo de ninguno, con toda la voz nuestra y con esta garganta que provoca, se proyectará en la Sala 1 y en el marco de la muestra DOCA, donde seguiremos repudiando la estigmatización que vienen financiando como patrón del problema, desde el gobierno de facto o desde el paleolítico, ahora bajo el lema: «Nuestro cine es un acto político». Valiente, a través del peor otoño y al revés de cualquier compartimento estanco, ahí estará presente el director Antonio Manco, reuniendo a nuestra verdad con toda una comunidad que no aceptó entregarse al periodismo tilingo, para recrearse con sus propias manos, sus propias costillas y su propia organización: este domingo, los enanos y las villas copamos el Gaumont.