Cuando los trabajadores de la economía popular marchamos por nuestra cuenta, éramos todos enemigos del mundo. Cuando apoyamos la movilización de las dos CTA, éramos todos amigos de Boudou. Y cuando 100 mil trabajadores de la CGT apoyaron a 100 mil trabajadores de la CTEP, nos volvimos todos amigos de Macri. ¿Habrá alguna otra etiqueta para tirarnos por la cabeza? Acá nos preocupa otra grieta, que se llama línea de la pobreza. Y como no solemos enganchar con facilidad a los dueños de sus televisores, no nos queda otra que llamar a la unidad de los trabajadores.
Atiendan.