* Stella Calloni,
para La Garganta Poderosa.
Ante todo, Hillary Clinton y Donald Trump han mostrado a lo largo de esta campaña, una enorme decadencia del Imperio, algo que por supuesto no debiera llevarnos a esperar de brazos cruzados si se cae o se levanta. Sin dudas, esta evidente crisis interna, junto a la crisis internacional que bordea una tercera guerra mundial, nos debe mantener alertas, porque ya hemos aprendido que la dinámica imperialista se violenta, en sus peores momentos: saben que están perdiendo y que se les está desmoronando el mundo. Y si bien Trump es un personaje siniestro del ámbito empresarial, con mensajes absolutamente contradictorios, de ninguna manera podemos pensar que la victoria de Clinton representaría algún tipo de salvataje para América Latina o Medio Oriente.
Así ganen los Republicanos o los Demócratas, ya tenemos signado un proyecto imperial que no es una restauración conservadora, sino una restauración colonial, que avanzará de cualquier modo porque necesitan poner la pata en las enormes reservas y territorios que no han explotado todavía. Eso quieren, el dominio absoluto. Y por eso trabajaron para controlar la Justicia, mediante todos los parlamentos en América Latina. Sin importar quién sea el presidente, el poder está en las manos de Estados Unidos, mediante este proyecto de dominación o destitución de todos los gobiernos progresistas de la región, independientemente de las diferencias que efectivamente existan entre todos esos tipos de progresismo. No cambiará el destino, de acuerdo a los resultados que vienen trasmitiendo: ambos riegan la raíz del capitalismo salvaje que estamos viviendo.
Aun así, al margen de la falsa antinomia, esta elección ha permitido poner en escena varias cosas muy positivas, empezando por la verdadera cara que ocultan estas votaciones tan “democráticas”. Pues en este contexto, todos podemos y debemos visualizar qué hay detrás de la puesta. Han aparecido figuras como el demócrata Bernie Sanders y parte de la población, encabezada por estudiantes, negros y desocupados, ha vuelto a defenderse como en los viejos tiempos. Innegablemente, hay sectores que están pidiendo cambios dentro de los Estados Unidos, aunque los hayan querido tapar con debates siniestros y vergonzosos. Hoy, en los gobiernos de Argentina y Brasil, todos los ministros responden a fundaciones del norte, que los mantienen bajo control. Y aquí, en particular, hay una cantidad enorme de asesores que el pueblo no conoce, trabajando en favor de la dominación estadounidense.
Camuflados en los grupos políticos que han logrado corromper, han armado un entorno donde llaman al «diálogo y a la democracia», hasta que se ven obligados a sacar las garras. Y entonces, las sacan. Las fundaciones norteamericanas en la Argentina, actualmente están ligadas a la derecha más dura del imperio. Aunque los representantes del actual gobierno que integran esas fundaciones se presenten como demócratas, todos sus aliados son del Partido Republicano. Tal como sabemos, la gestión de Macri está respaldada por lo peor de los Estados Unidos, incluidos los fondos buitre. De hecho, vino Obama a darle su bendición, pero los republicanos hicieron lo mismo…
Por eso, sea cual sea el próximo presidente, no cambia nada. El proyecto norteamericano está débil, y nosotros debemos utilizar nuestra fortaleza cultural para defendernos, entendiendo que solamente nos puede ayudar la unidad, pero una unidad consciente. Que sirva para defender la Patria Grande, más allá de la coyuntura electoral y los cargos. Porque sí, hace 500 años venimos resistiendo y resucitando, pero siempre, unidos, volvemos a resurgir… O nos salvamos todos juntos, o todos juntos nos vamos a hundir.