* Por Celeste, hermana de “Pocho” Lepratti.
A 15 años de una bala cobarde y una orden más cobarde aún, cuando quisieron atravesarte la garganta para silenciarte, yo grito más fuerte que nunca, con esta otra garganta, para decirles que no, ¡que no pudieron! Porque hoy cierro los ojos y me encuentro con tu sonrisa, con tus mates, con tu camino. Y sí, intento escribir sobre vos, Pocho, pero se me hace difícil, muy difícil…
El 19 de diciembre, tu muerte marcó un antes y un después para mí, para toda nuestra familia, porque te mataron a vos, hermano. Mataron a un gran hombre. Y sin embargo mirá, acá estás, viviendo, no sólo cada vez que te traemos a la memoria de todas las formas posibles, sino también cada vez que se contagia ese trabajo de hormiga entre tantos que toman tu resistencia como ejemplo y bandera, para seguir construyendo un mundo donde quepamos muchos.
A mí, me gusta recordarte en tu sencillez, porque no, ¡nunca conocí persona más sencilla! Y también me gusta recordarte en esa entrega total por «la tarea», tu tarea, nuestra tarea, inventar y reinventar alternativas colectivas, salidas para todos esos niños y jóvenes con los que laburabas codo a codo, desde la cotidianeidad, anónimamente, a puro pulmón. Siempre, junto a otros. Me gusta recordarte buscando excusas: guisos, campamentos, guitarreadas o talleres, tan sólo para generar reuniones, porque fuiste, sos y serás un gran hacedor de encuentros. Me gusta recordarte así, pensativo, cebando unos buenos amargos al mejor estilo entrerriano. O sonriendo. Me gusta recordarte aquí, regalando la mirada más transparente y cálida de todas, esa mirada que abraza… Tu mirada.
Así, me encuentro con ese abrazo, el que más extraño, el que me da cada empujón necesario para seguir, para creer una vez más que vale la pena, que es posible relacionarnos de otra manera, a tu manera, a la manera de Pocho: amorosamente humana. Tu asesinato integró una lista de 39, durante aquellas sangrientas jornadas, cuando el gobierno provincial de Reutemann, tal como De la Rúa, respondió con balas a las necesidades de la gente. Santa Fe, particularmente, sufrió 9 asesinatos, 7 a manos de la Policía, como consecuencia directa de esa feroz política represiva que envolvió a cientos de heridos, nunca asistidos, ni reconocidos. Ni antes, ni durante, ni después.
¿Y sabés qué, Pocho? Sigue doliendo, sigue doliendo mucho cada 19 y cada 20 de diciembre, porque ese 2001 se reitera dosificado a cuentagotas en las mismas barriadas, donde los mismos jóvenes son víctimas otra vez. Porque la impunidad de ayer, habilita a la impunidad de hoy. ¿Pero sabés qué, también, Pocho? Acá nunca nos rendimos. Acá seguimos tu ejemplo, por la memoria de todos los asesinados, exigiendo cárcel para los responsables de la masacre. Y acá seguimos de pie, aunando luchas como vos nos enseñaste, para que retumbe ese grito que jamás vamos a olvidar:
«Si hay una salida, es colectiva».