¿Se imaginan si algún 19 de diciembre hubiéramos explotado, si algún helicóptero hubiera volado, si millones de almas hubieran pegado un grito valiente, si hubiéramos echado a un presidente, si tanto cinismo se hubiera vuelto hambre, si el neoliberalismo hubiera chorreado sangre, si los culpables hubieran sido absueltos por la impunidad, si los responsables hubieran vuelto con total naturalidad o si «la crisis» hubiera causado 39 víctimas fatales, fundando miles y miles de asambleas barriales? Sería muy fuerte, tan fuerte que tendríamos la garganta cerrada para hablar de cualquier otra cosa.
Por suerte, no pasó nada,
hablemos de Carrascosa.