*Por Santiago Aysine, cantante de Salta la Banca, sobreviviente de Cromañón.
Asistimos a diario a la recurrencia permanente. Pareciera que, finalmente, nada ocurrió 12 años atrás. Y el problema es ése: si pasa de moda el Golfo, el Golfo se repite. Una y otra vez. Cambia de forma, pero se repite. Y Cromañón se sucede todos los días. Podríamos enunciar, empezando por el derrumbe del boliche Beara o el del gimnasio en Villa Urquiza, millones de Cromañón desde aquel día. Pero salvo los que tuvimos la desgracia de padecerlo, los que están cerca de los damnificados, o los que luchan a diario por un mundo mejor, nadie los tiene presentes. Y no nos confundamos: esto pasó toda la vida. El Estado capitalista se carga vidas todos los días, a través de una desidia sistemática. Y pasa desde su génesis.
El asunto es que el 30 de diciembre del 2004 nos tocó a todos. Fue, sin dudas, la expresión más clara de lo que representa la juventud para el Estado y el empresariado. Y eso le abrió los ojos a mucha gente. Pero no bastó.
Queda claro, y es necesario, profundizar esta pelea con un propósito definitivamente apremiante: Hacer foco en la culpa y la negligencia estatal. Empezando por Aníbal Ibarra, y contemplando a todos los responsables políticos.
Aunque sea difícil, por una polarización de la lucha que nos afecta a nosotros y al porvenir.
Es necesario por la inocencia de Los Callejeros. Es necesario para sentar un precedente temeroso para la justicia. Es necesario para que no vuelva a ocurrir un Cromañón, nunca más.