*Flavia Dezzutto, docente e investigadora en la FFyH/UNC, consejera Docente del HCD de la FFyH/UNC
El jueves, centenares de estudiantes, docentes, nodocentes, egresados, vivimos una de las jornadas más nefastas en la historia de la UNC. Utilizo el adjetivo “nefasta” señalando el mal augurio que supone lo acontecido el 15 de diciembre, pues indica la continuidad de una gestión rectoral en clave autoritaria, violenta, represora, mentirosa, mercantil y servil. Los adjetivos se agolpan y no es a los efectos retóricos, cada uno de ellos podría convalidarse con una gran cantidad de testimonios recientes.
No sólo los centenares de miembros de la comunidad universitaria que peregrinamos desde el predio de la Facultad de Cs. Agropecuarias hasta el complejo Feriar fuimos vulnerados, son miles los que desarrollan parte de su vida en la UNC, y ellos, ellas, también probarán la amargura de ese día, pues a todos alcanzará sus consecuencias.
Las crónicas acerca de los hechos son muchas y coinciden en mostrar la ilegitimidad y también la ilegalidad de una Asamblea construida sobre la proscripción política e institucional de la oposición, dado que los asambleístas opositores no pudimos siquiera saber dónde estaban las mesas de acreditación, ni mucho menos contar con información fidedigna y oficial acerca de dónde iba a sesionar la Asamblea. Sin dudas estos hechos implican, además de la ilegalidad del acto, la voluntad material de proscribir a los opositores, según he señalado antes.
También la comunidad universitaria ha sido proscripta, deliberadamente desinformada y marginada de estos debates y decisiones fundamentales. La prueba más acabada de ello es que el actual oficialismo, tributario de la Alianza Cambiemos UCR-PRO, en sintonía con sus mandantes nacionales, se ha dedicado a estigmatizar al movimiento estudiantil, en la persona del mismísimo rector Juri –recordemos sus dichos sobre el Ku Klux Klan al respecto-, del secretario general Terzariol, de decanos y decanas aliados y sostenedores. Al respecto destaco la virulencia de las palabras y actitudes de la decana Pérez de la Facultad de Lenguas, del decano Conrero de Cs. Agropecuarias, de la decana Lutri y parte del Consejo Directivo de su Facultad, Odontología, que ha incurrido en adjetivos que muestran su valía, entendiendo que “autistas” es un insulto, cuando es una condición o afección que viven algunas personas, a las que evidentemente consideran disminuidas. Un inciso especial merece el decano Recabarren, de la Facultad de Cs. Exactas, que el pasado jueves se dedicó a embestir, y por lo tanto a golpear, a las jóvenes estudiantes y a mí misma en el predio Feriar en el que se realizó la “Asamblea”, ante la manifestación pacífica que allí se llevaba a cabo, pasando de las palabras a los hechos y excediendo todos los límites políticos y éticos imaginables.
La crónica adicional a aquellas que ya circulan apunta a fundamentar mi tesis principal frente a la “Asamblea” ilegítima e ilegal. La reforma política que ha patrocinado la gestión rectoral de Juri y de Yanzi Ferreyra –el célebre decano-vicerrector de la Facultad de Derecho-, sostenida por todos los decanos de su sector, sienta las bases de un sistema de exclusiones, de proscripciones, que apuntan a desatender y eliminar a toda fuerza opositora, a neutralizarla institucionalmente, a acallarla políticamente. Hablamos de una reforma política que no sólo consagra la ley del más fuerte para definir quiénes serán las autoridades de la UNC, sino que también conlleva la marginación de ciertas Facultades y de los conocimientos que allí se producen, en tanto son menos numerosas, cultivan saberes menos rentables, de cotización más baja en la bolsa de valores de la educación mercantilizada.
La “Asamblea” del jueves desnudó por completo una posición que ya era perceptible antes pero es ahora inequívoca. La democracia universitaria que propugna el rector Juri y cacarea la agrupación radical Franja Morada y su líder, el decano de Cs. Económicas J. Boretto, es papel mojado, apto para cualquier uso faccioso, en particular para el de los intereses económicos y las ambiciones de quienes transitoriamente son oficialismo. Me refiero a que cuando la democracia real deviene ardua, es decir, cuando manifiesta su desafío de debate, de consensos verdaderos, de construcciones colectivas, la vocación democrática del actual oficialismo UCR-Pro declina, para dar lugar a lo vivido el 15 de diciembre último: mentiras, golpes, fuerzas represivas a granel, patotas contratadas para amedrentar a los/as estudiantes, irresponsabilidad política e institucional.
Es imposible disminuir la importancia de lo sucedido, es imposible olvidar las escenas que quienes lo protagonizamos hemos contemplado. El actual oficialismo construye la base de su gestión así, desde la injusticia y la violencia. Lo que suceda a partir de aquí, el verdadero objetivo de la contrarreforma política, tiene los mismos supuestos y efectos que las medidas de la Alianza Cambiemos a nivel nacional: poner a la democracia en jaque, limitándola, en el mejor de los casos, a un mero procedimiento formal, e impulsar, desde allí, la destrucción de la universidad pública. Se trata de crear una nueva “institucionalidad” al servicio de los intereses privados, de los poderes fácticos. Para ello es preciso proscribir, eliminar a la oposición, estigmatizar a los estudiantes, calumniar, reprimir, golpear, mentir.
Eso ya lo han hecho, eso es lo que harán.
Dice el Manifiesto Liminar de 1918 que por las acciones e ideas de los reformistas Córdoba se redimía. Y yo pienso, deseo y lucho para que Córdoba se redima una vez más, esa redención tiene hoy a unos protagonistas claves, los cientos de estudiantes que llevaron adelante de modo pacífico, lúcido, organizado, una resistencia a este estado de cosas, también a una gran cantidad de miembros de los diferentes claustros, docentes, nodocentes, egresados, que nos hemos manifestado enérgicamente en contra de los planes del actual oficialismo rectoral.
Pero la redención de la UNC, la resistencia en curso, el avance hacia formas más democráticas y emancipatorias de educación universitaria, está todavía entre signos de interrogación. Nos toca afirmarla a todos/as los/as universitarios, y a la sociedad cordobesa y argentina que quiera sostener a la universidad pública, gratuita, laica, y autónoma de los poderes fácticos.
La democracia universitaria de la UNC está hoy abrumada de vergüenzas, no permitamos que esa vergüenza aumente y se transforme en el aire que respiramos. Troquemos las vergüenzas en libertades, libertades verdaderas, igualitarias, cotidianas, reales.