19 enero, 2017
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La merienda, un derecho inapelable

Mientras se comienza a discutir el proyecto para bajar la edad de imputabilidad penal para avanzar en el modelo punitivo que sólo lograría meter pibes cada vez más pibes en cana, nosotros decidimos acercarnos a un búnker donde se cocina la esperanza de decenas de niños que sueñan revertir ese desenlace, con la panza llena.

 

En el Barrio El Bosque, ubicado en San Miguel de Tucumán, una vecina decidió enfrentar la situación de marginalidad cargando al hombro todo lo que no resolvieron los gobiernos. Sandra Moreno tiene 37 años y además de ser madre de tres hijos, lo es de varios más. Ella, junto a otras tres madrazas, sostiene un merendero llamado Caritas de Esperanza en el patio de su casa.

 

 

“Decidimos abrir el espacio para todo aquel que sienta la necesidad de llevar un pedazo de pan a la boca, porque una gran parte de los chicos del barrio a veces no tiene para un plato de comida o para una merienda. Por eso decidimos junto con mi mamá, mi hermana y una amiga, poner un merendero. Para comprar la mercadería sacamos de nuestro propio bolsillo, también nos colaboran las Madres en Oraciones, quienes ahora hicieron rifas para que tengamos mercadería durante todo enero, y muchas otras veces Doña Irma, una vecina de El Sifón, nos colabora con mercadería de su comedor”, cuenta Sandra.

 

Estas poderosas mujeres luchan por el emprendimiento a diario, pero a veces se quedan sin un peso en el bolsillo, y lamentablemente hay días que no llegan con lo necesario para que los chicos merienden.

 

 

El merendero inició su andar el 5 de junio del año pasado. Asisten entre 50 y 60 chicos por día pero “cada vez son más”, según expresó Sandra. Y funciona los lunes, miércoles, y viernes. Tienen como objetivo que los chicos puedan merendar de lunes a viernes, pero hasta ahora no obtuvieron una respuesta favorable del Estado.

 

Sandra nos contó que tuvo una entrevista en Desarrollo Social de la Provincia, pero que cuando les dijo lo que necesitaba le pusieron condiciones como: que el hijo del transa no podía asistir al merendero porque iba a influir en los otros chicos para que le compren al padre o que chicos adictos no podían ir al merendero. También le dijeron que iban a mandar gente a ver cómo funciona el merendero con el fin de ayudar, pero nunca sucedió.

 

“De niña pasé hambre, es feo que los chicos pidan una taza de mate cocido y no tener para darles”, confió Sandra.

 

Pensado como espacio de contención para niños y jóvenes, también hay otras actividades en casa de esta poderosa vecina. Los lunes, las Madres en Oraciones dan charlas a los chicos; los miércoles y viernes asiste un grupo de jóvenes de la Municipalidad de San Miguel para dar talleres de plástica; y esperan que pronto empiece a trabajar gente de la  Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (SEDRONAR).

 

Si querés aportar a este proyecto comunitario con mercadería para las meriendas, sillas, tablones, y materiales para techar el espacio, Sandra te espera en Perú 1860 (San Miguel de Tucumán), o que la llames al 3816084148. “En febrero las lluvias son interminables y el hambre va a seguir reuniéndonos”, dice esta madraza.

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