*por Graciela Ledo, hermana del soldado Alberto Ledo.
Alberto, un joven comprometido
Alberto Ledo era mi hermano menor; fuimos los dos únicos hijos. En el primario era muy buen alumno, fue abanderado varias veces y en el secundario empezó a tener más amigos, a militar en el Centro de estudiantes, a tener un conjunto folclórico y a meterse en las movidas culturales. Cuando terminó el secundario, Alberto se metió a estudiar Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT.
Era un tipo sumamente bueno, amigo, alegre. Le gustaba cantar, tocar la guitarra, y le gustaba mucho leer.
Con él, compartí momentos inolvidables: en tiempos del Monseñor Enrique Angelelli, participábamos juntos en grupos juveniles de una iglesia que no tenía nada que ver con la institución que habíamos vivido de niños: sus puertas estaban abiertas al pueblo. El Monseñor enseñaba lo que era la justicia social, y que los obreros tenían que ganar lo que les correspondía.
Esa etapa nos marcó a los dos. Empezamos a formarnos, porque queríamos empezar a luchar para que La Rioja mejore.
Él fue convocado al servicio militar en 1975, cuando en la provincia vecina de Tucumán se llevaba a cabo el Operativo Independencia. Al inicio lo enviaron a cumplir con el servicio militar obligatorio en el Batallón 141 de Ingenieros del Ejército de La Rioja, pero en mayo de 1976 fue trasladado a Monteros, Tucumán. Allí estuvo bajo las órdenes de César Milani y Esteban Sanguinetti, este último un excapitán procesado con prisión domiciliaria por este caso y listo para ir a juicio oral. Luego de una recorrida la noche del 17 junio del 76 por el monte tucumano con los dos militares, mi hermano no regresó nunca más.
La lucha sigue
Que Milani haya venido hasta Tucumán a sentarse en la indagatoria, cuando la había evadido durante tanto tiempo, para nosotros significó un pequeño triunfo. Eso sí: hubiera sido un triunfo más grande si hubiera quedado detenido. Teníamos más expectativas en la actuación del Juez Fernando Poviña, ya que resolvió rápidamente la indagatoria negada por el anterior Juez Daniel Bejas, quien tuvo una muy mala actuación en nuestra causa dejando que todo se dilate hasta correrse de la misma alegando sentirse “moralmente violentado”.
Ahora, Poviña tiene un plazo de diez días para definir la situación procesal del ex jefe del Ejército y, eventualmente, declarar su prisión preventiva.
Políticas de DD.HH
El gobierno anterior tuvo una política que se acercó mucho a nuestra lucha y a nuestro pedido histórico, pero se vino abajo cuando puso a Milani al frente del Ejército, sabiendo que estaba acusado y que habían pruebas de su actuación en la dictadura.
Para nosotros ha sido un cachetazo muy fuerte, que nos hizo sentir solos nuevamente. Fue un premio inmerecido otorgarle el más alto grado a un genocida.
Y en la actualidad, el nuevo gobierno demuestra que no le interesa absolutamente nada la continuidad de las políticas contra los juicios de lesa humanidad, ni buscar a los culpables, ni encontrar a los nietos. Se han desfinanciado todos los mecanismos que garantizaban esto. Se les ha dado la prisión domiciliaria a muchos represores, y varios funcionarios sostuvieron públicamente que no fue un plan sistemático, que no fue un genocidio, que no son 30.000 desaparecidos.
Todo esto nos da la pauta de una ideología a la que le sirve negar la historia para seguir desmantelando el país.