La noche del jueves 9 de febrero, Kevin Nicolás Aguirre iba en moto con su primo cuando una bala alcanzó su espalda. Tenía 16 años, una sonrisa pícara, vivía en Ludueña y le encantaba jugar al futbol.
Ojalá no tuviéramos que conjugar ese párrafo en pasado. Sin embargo, la ausencia de políticas inclusivas por parte del Estado que deja a los barrios pobres de nuestra provincia librados al azar o a los métodos de seguridad implementados por las fuerzas represivas siempre en connivencia con el delito, provocó que hoy no podamos narrar, en presente, que Kevin estaba por empezar su último año de la secundaria.
Ayer, a las 10 de la mañana, mientras familiares, amigos, compañeros de la escuela, militantes barriales y conocidos de Kevin se encontraban juntos haciendo humanos esfuerzos por sobrellevar el duelo en el cortejo fúnebre que se dirigía hacia el cementerio La Piedad, varios patrulleros y un gran número de policías armados que se encontraban en las calles Junín y Perú, irrumpieron con violencia.
Según informó la Fiscalía, la Policía Comunitaria solicitó refuerzos de la Policía de Acción Táctica (PAT). Estos, comenzaron a reprimir excusándose en una bala disparada al cielo, la cual ponía en “peligro a la comunidad”. Una bala cargada de tristeza e impotencia por la prematura pérdida de un ser querido. Y para evitar el inminente riesgo de la población a causa de la munición con la que despedían a Kevin, la Policía no tuvo mejor estrategia que abrir una balacera llena de odio, dirigida a la columna de gente, directamente contra sus cuerpos.
Luego de la lluvia de balas de goma, que dejó como saldo pánico, bronca y varios heridos, avanzaron sobre tres jóvenes. Uno de ellos fue Michelle, de 18 años, herido en el pie, primo de Kevin y único testigo de su asesinato.
Junto a él se llevaron a dos pibes más. Cuando la madre de uno de ellos fue a la comisaría a preguntar por su hijo, la detuvieron arbitrariamente agarrándola de los pelos.
Mientras tanto, a Michelle lo trasladaron al Hospital HECA donde se confirmó que se encontraba“fuera de peligro”.
Sin embargo, con la misma firmeza que queremos se aclare y se haga justicia tanto por la muerte de Kevin como por el suceso inexplicable que desencadenaron las fuerzas públicas, sabemos que hasta que no haya un plan de Gobierno para erradicar el narcotráfico y el tráfico de armas, ni nuestros barrios ni nuestros pibes estarán fuera de peligro.
Otra vez el mismo dolor y la rabia que nos inunda, nos empuja a encontrarnos y nos desafía a transformar la muerte en lucha.
¡Hoy y siempre, Kevin presente!