7 marzo, 2017
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«EL DERRAME INVERSO»

 

 

* Por Juan Grabois, Confederación de Trabajadores de la Economía Popular.

 

Caía la noche en Boulogne. Estaba en la plaza, sentado junto a una mesita y, repentinamente, comenzaron a soplarme esta nota. Dos pibas de sexto grado conversaban en el banco vecino. Hablaban sobre la escuela. No comentaban el paro, describían en detalle los útiles para el colegio. Una decía: yo los tengo gratis, porque mi papá es de la Unión Ferroviaria. La otra: a mi mamá le salió cinco mil pesos todo, más otros mil de la mochila. Lo decía así, resaltando las cifras con el tono quejumbroso que seguramente le escuchó a su vieja.

 

En mi barrio se entremezclan los típicos chalets californianos del justicialismo del siglo XX con algunas casillas del precarismo del siglo XXI. El degradé habitacional se complementa con la fractura laboral: trabajadores asalariados y de la economía popular. Quioscos improvisados, chulengos humeando en la calle, ferias americanas en los patiecitos, rotiserías informales en todas las manzanas, frentistas que expenden productos de limpieza por litro. En las puertas, carteles de “se vende heladera” o “mesa y cuatro sillas: 2000 pesos”. Con cada despido, hay más competencia. Y menos clientes.

 

El nuevo modelo lleva una botella de agua en el techo, como los autos no tan viejos que se ofrecen por decenas sobre Virrey Vértiz. Nadie llegó tranquilo a marzo acá. Aunque el sindicato te banque la mochila, tenés que romper el chanchito y encima te quedaste con las ganas de ver a tus pibes con el guardapolvo puesto el lunes. Los siete puntitos de PBI que los sectores populares recuperamos la década pasada se van por el agujero negro, presos de la irresistible fuerza absorbente del derrame inverso que invocaron los neochamanes que nos iban a salvar del populismo.

No te convence que el culpable de todo sea Baradel. Viste tres temporadas de “La pesada herencia” en cadena nacional y ya te aburre. Te preguntás si pobreza cero no será una gaseosa dietética importada. La lluvia de dólares que invocaron con el ritual del ajuste no llega y te cagás de calor porque el ventilador no se digna a funcionar sin luz. La idea de mudarte a Jujuy, dónde todo está joya y se cortó el curro de la democracia, no te cierra tanto.

 

A ellos les gusta dialogar. Lo que no les gusta es cumplir. El pacto antidespidos está más roto que el corazón de Tagliaferro. Estamos legalmente en Emergencia Social, pero los paramédicos todavía no se sacudieron la arena de Punta. Los pacientes se impacientan. Los de terapia intermedia no quieren pasar a intensiva y otros tantos dependen de mantener esas camas, para no terminar en la morgue. Pero bueno, tampoco nos vamos a pelear por un tubo de oxígeno.

 

Por eso, hoy sacamos fuerza de la columna vertebral.
Hoy gritamos juntos por el paro general.