Luego de que el agua y la mierda de cloacas explotadas, los tapara en reiteradas oportunidades. Luego de perder muebles y hasta una casa por completo. Hartas de que el Estado no les dé una respuesta, ni una solución integral. Diecisietes familias organizadas, la mayoría conformadas por madres solteras del barrio Villa Urquiza, ubicado en la ciudad de San Miguel de Tucumán, hace dos meses decidieron buscar la solución al abandono y al déficit habitacional que se sufren hace bastante tiempo. Tomaron un terreno abandonado varias décadas, que pertenece al IPVdu (INSTITUTO PROVINCIAL DE VIVIENDA y Desarrollo Urbano) ubicado en la esquina de las calles Méjico y San Miguel.
Las inundaciones, sumadas a vivir hacinados, los llevó a vivir en condiciones desesperantes en La Diagonal Alejandro Heredia.
Walter Agüero, uno de los vecinos, cuenta: “Muchas veces, tuvimos que subir a los chicos arriba de la mesa, ellos se asustaban mucho. Una de esas inundaciones me llevó la casa, me la destrozo por completo”.
Las vecinas cuentan, que ya tocaron todas las puertas que tenían que tocar. Sin embargo la respuesta de los funcionarios, fue que: “tienen que esperar y que ese terreno que tomaron no es una opción, porque supuestamente funciona como una esponja natural, de la zona.
“Cuando fuimos a hablar en el IPV, nos dijeron que recién dentro de un año podían darnos una respuesta a nuestra urgencia. Y nos remarcaron un detalle que no es para nada menor; para entrar en una solución habitacional del instituto, debemos tener un sueldo mayor a 7000 en blanco”. Cuenta Ángela, una de las vecinas que desde el principio tomo la posta y se acercó a las instituciones del Estado a pedir una solución urgente.
La angustiante situación pone en riesgo la educación y la salud de los chicos. Muchos de los cuales pierden el año en la escuela por la cantidad de faltas en épocas de lluvias. Al mismo tiempo las madres, que no tienen un trabajo estable, tienen que buscar la forma de recuperar todo lo que pierden y que es muy necesario.
“Mi casa está en una zona alta y aun así el agua nos tapa. Y ya viví una situación desesperante cuando mi hijo se ahogó en una inundación, y está vivo gracias a una persona que me ayudo”. Cuenta María Pavón, madre de seis niños con problemas de alimentación.
En el medio de tanta lucha se van instalando, con sus precarias casas, levantadas por maderas y plástico y algunos materiales que pudieron recoger de su anterior vivienda.
Como siempre en estos casos el mayor miedo, es a las Fuerzas de seguridad, que ya en otra ocasión cayeron y destruyeron las viviendas de las vecinas y vecinos.
No queremos que los gobiernos de turno, negocien la necesidad de nuestros barrios.