Letras: Matías Plaza
Fotos: Julio Pereyra
Se encendió el fuego. Se nos incendió el pecho. Ardimos de convicción. Arrancamos nuestro merendero poderoso. Una mezcla de nervios y expectativas nos recorrían el cuerpo hace ya un tiempo. Porque era muy necesario, porque nuestros pibes tienen hambre y porque lo merecen. No importaron las quemaduras, no importó el esfuerzo, no importó el no poder dormir la noche anterior. Ver felices a nuestros pibes, nuestros presentes y futuros, no tiene precio.
Con las lágrimas mojándonos las sonrisas, veíamos cómo el colorido galpón se empezaba a llenar y el éxito de la inauguración superaba nuestras expectativas. Todos nuestros vecinos compartieron un desayuno, como una gran familia. Porque sí, le decimos “merendero” pero funciona tres días a la semana a primera hora de la mañana y dos días más, por la tarde. Tenemos la conciencia y la certeza de que el camino de la autogestión y la organización, es el que nos va a llevar a cambiar muchas realidades que no queremos en nuestros barrios.
Tenemos la sospecha, por otro lado, de que los comedores populares y los merenderos no deberían de ser indispensables para poder vivir, pero esta solidaridad que es costumbre por nuestros pasillos, por nuestras calles, por nuestras veredas, no nos deja quedarnos sentados esperando a un Estado que poco y nada hace por nosotros. Por eso, desde fines del año pasado y junto con un grupo de organizaciones compañeras, denunciamos el plan de vaciamiento de comedores y merenderos que el Gobierno de la Provincia pretendía, y que tras nuestra lucha mancomunada, prometieron no llevar adelante.
Acá estamos, una vez más, organizados, conscientes y creyendo en la voluntad del trabajo colectivo y en esta pelea incansable, pese a las ausencias del Estado y a las lamentables presencias del mismo. Porque tampoco podemos dejar de mencionar y denunciar una vez mas, el violento accionar de la Policía de Córdoba en nuestros barrios. Esa institución que, lejos de garantizar nuestra seguridad, ya se llevó la vida de cuatro de nuestros pibes y pisoteó los derechos y las libertades de muchos más.
Es por todos esos pibes, que entre las vecinas de nuestra asamblea poderosa, dimos a luz a nuestro poderoso merendero.
