10 mayo, 2017
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Un mar de iguales

* Por Norita Cortiñas,
Madre de Plaza de Mayo.

 

 

Indignación, sentí mucha indignación al conocer el fallo de la Corte Suprema, pero al mismo tiempo sentí que cobraba más fuerza que nunca antes, para salir a la calle como saldremos hoy, a reclamar por Memoria, Verdad y Justicia. Y sí, ahora es fundamental que seamos capaces de luchar todos juntos, manifestando el más absoluto repudio ante semejante aberración, otra inmoralidad obscena de la Justicia, que nuevamente atenta contra el crecimiento de nuestra democracia.

 

A todos unidos, en una misma movilización, nos toca por estas horas ser más conscientes todavía, para poder seguir generando conciencia en los otros, pensando, sintiendo y militando cada uno de los crímenes de lesa humanidad, hasta que nos deban decir la verdad y hasta que por fin sepamos qué pasó con nuestros hijos, nuestros nietos, nuestros compañeros.

 

Desde sus inicios, el macrismo ha buscado desvalorizar la legitimidad que nos ganamos los organismos de Derechos Humanos y distorsionar el accionar del Terrorismo de Estado. Poco a poco, intentan hacernos creer que no fue tan grave, que nunca hubo un Ejército de ocupación, que nadie vino a violar nuestros derechos y que no tiene explicación esta pena tan grande que nos dejaron los 30.000, los presos políticos, los miles de exiliados y la economía devastada…

 

Aquí no ha pasado nada.

 

Ningún gobierno nos dio algo sin que lo pidiéramos, sin que lo exigiéramos, sin que lo gritáramos con todas nuestras gargantas. Y a lo largo de tan duro camino, hemos perdido a demasiados compañeros y compañeras, pero también hemos ganado mucho, un montón. Y no vamos a permitir que ninguna ley, ni la voluntad política de ningún gobierno, nos lo arrebate impunemente. Pues toda esta conciencia, esta lucha y esta memoria nos pertenece, por tanto esfuerzo sobrehumano, por tanta pelea mancomunada, por tanta sangre derramada…

 

Miren si no tendremos motivos para rebalzar esta tarde todas las avenidas, juntos, abrazados, fortalecidos, sin importar que haya dos grupos, o tres, o cuatro, porque ahí, en la calle, todos somos iguales, un mar de iguales buscando lo mismo. Y encima somos más, sí, porque las personas que no puedan asistir seguramente podrán dar esas mismas discusiones en sus lugares de trabajo o donde sea que se encuentren, sembrando conciencia en todos sus entornos, para que nadie, nadie, nadie acepte ningún paso atrás.

 

Hoy las calles son nuestras.
Y ustedes no las pisan, Nunca Más.