*Por Ana Kanka, trabajadora de la Feria Del Bajo en San Miguel de Tucumán
Mi nombre es Ana Kanka, junto a mis hijos tenemos tres puestos fijos hace 11 años sobre el Pasaje Domingo García, San Miguel de Tucumán.
En el año 2006, la Municipalidad, a través de Obras Públicas, nos dio el permiso para hacer estos módulos sobre la Avenida Saenz Peña y el Pasaje, luego de hacer el relevamiento de vendedores ambulantes. Hoy se está divulgando que nosotros estamos ilegalmente.
Hasta antes de ayer, sobre la cuadra del pasaje había más de 10 negocios, más de 10 familias, más de 10 historias de personas que quieren salir adelante sin que nadie le regale nada.
Esta es nuestra fuente de trabajo, de esto vivimos, así llevamos plata a nuestra casa, es la única forma que tenemos para asomar la cabeza en este mundo tan desigual, con el esfuerzo de venir todos los días a laburar, de sol a sol.
Todo mi capital está invertido en este negocio, en mercadería como alfajores, galletas y gaseosas.
Gracias a esto cumplimos algunos sueños: uno de mis hijos se recibió de bioquímico, y mi hija se recibió de médica y ahora está haciendo la residencia en Buenos Aires, todo sostenido con mucho esfuerzo.
Laburamos mucho pero no nos sobra nada, vivimos día a día. Trabajo, compro mercadería, comemos, pago el gas, la luz, y así continuamos.
El martes 30 de junio fue una mañana terrible para nosotros. Todo empezó aproximadamente a las 8:00am. Desde lejos, mientras llegaba al puesto, veía policías pero no sabía qué pasaba, me asusté. El pasaje estaba sitiado por decenas de policías de la provincia y policías de tránsito. A mí me cortaron $2000 en candados para abrirme los puestos, sacarme las cosas y tirármelos abajo como hicieron con otros. Pero no pudieron abrir porque tengo los puestos trabados por dentro. Y además, mis clientes, la gente de alrededor y alumnos de la Escuela Técnica de enfrente, se pusieron delante de mis puestos y no pudieron avanzar.
Nunca nos notificaron sobre la voluntad de desalojarnos o relocalizarnos. Vinieron a atropellarnos con todas sus topadoras como si fuésemos delincuentes. Dicen que hay una orden que viene del Poder Judicial, pero nunca nos la mostraron.
¿A quién molestamos? Yo vendo golosinas, gaseosas y sándwiches. Compro todo acá en Tucumán. ¿No tienen corazón? ¿No tienen familia? Encima nos hacen esto en medio de esta crisis económica. Es inentendible.
La señora que estaba en el puesto de al lado, se encuentra internada por los nervios, la bronca, la desilusión, la frustración y la tristeza. Ella también estaba desde el 2006, pero como no estaba presente en el momento en que hicieron el operativo, le tiraron el puesto, con freezer y heladera adentro.
Como yo, hay gente que aun no perdió su puesto, pero algunos se están llevando la mercadería y los electrodomésticos para que no corran riesgo de ser destruidos.
¿Qué quieren que hagamos? Parece que quieren más desocupados y más hambre.
Dicen que nos quieren ubicar en otro lugar, pero parece un chiste, si es que no lo es: nadie nos dice dónde, cuándo, qué proyecto hay desde el Municipio, cómo ganamos plata para vivir hasta que nos reubiquen. Y para colmo, cuando hablamos con los municipales nos dicen que el pasaje con la vereda limpia está más lindo, y que no «nos hagamos problema», que «gente trabajadora como nosotros consigue otro trabajo». Es muy fácil decirlo con un trabajo formal, seguro, con un salario fijo a fin de mes.
Estoy sin dormir, paso las noches vigilando el puesto. Ayer abrí el negocio a pesar de que no sé como seguiremos. Pero si no abro, no como. Estoy trabajando como puedo, porque no pasa mucha gente, me gustaría saber quién va a pagarme toda la plata que me va a faltar cuando vuelva a mi casa, si terminan de llevar adelante sus planes.
Más allá de los medios que están contando lo que nos pasa, no tenemos quien nos defienda. Ninguna autoridad da la cara, nadie se quiere meter.
No podemos permitir que nos derriben nuestros puestos. Debemos seguir trabajando. Queremos explicaciones.