Navegando el océano pacífico de las cloacas, entre fragancias que fusionan al efluvio del Riachuelo con los aromas fétidos del neoliberalismo, el Gobierno que subejecutó todos los presupuestos para las villas, que pateó la relocalización de 1334 familias del Camino de Sirga y que habita su tercer mandato sin haber edificado jamás un solo programa de viviendas sociales, aprovechó la ola de mierda para pedirle unos mangos al Banco Mundial. Una ayudita, sí, U$S 840 millones destinados a sanear el Plan Integral de Saneamiento Ambiental, en la 21-24, «beneficiando a 10.500 habitantes, con red pluvial, cloacas y agua potable». Wow, ¡admirable!
Aguantá, ¿cuántos dijeron?
Ay, no, sorry, se confundieron.
Según parece, AySA sigue haciendo agua por todos lados, en una red plagada de errores no forzados. Y sí, aclaran ahora, justito después de cobrar esos dólares, que no se puede, no se puede, ¡no se puede! Diluido en los medios, el proyecto omitirá finalmente al entramado profundo del barrio, a sus pasillos, a sus pasajes y a tantos vecinos que se suponían beneficiarios, cuando compraron la deuda vendiéndonos diarios. Pero bueh, ¡ya se hizo el Campus de Pensadores Urbanos!
Otra cumbre de equivocadores,
para seguir choreando a dos manos.