11 junio, 2017
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El padrón del bien

Con las entrañas ardientes de parir revoluciones, nos recibió la tierra de hazañas y valientes corazones, donde La Poderosa volvió a clavar su bandera, para que flamee la insurrección villera en la isla que nos hermana con el fuego de Fidel, que sigue siendo llama de inspiración: la moto se detuvo en La Habana, en el barrio de San Miguel del Padrón. Las voces de abajo ya susurran en esta «etapa de transición», que no significará la restauración del capitalismo, sino la abolición del paternalismo, para que la comunidad empoderada sea la que construya su propio futuro, derribando cada fachada y cada muro que bloquee a la Revolución, empuñando lápices, pizarrón y gomas de borrar: nuestro cuartel será la escuela y el arma, la educación popular.

 

 


 

Letras: Nelson Santacruz y Daniela Mérida

 

A 65 años de que La Poderosa zarpara desde Argentina, con el Che y Alberto Granado dándole vida, la moto aún continúa su marcha por las calles de los barrios más postergados de toda América Latina. Esta vez, el calor y la humedad del Caribe cobijaron una nueva parada en nuestra ruta. Porque a muy pocos minutos del centro turístico de La Habana, Cuba, hay un municipio de más de 150 mil habitantes que data del siglo XVII y que todavía vive la Revolución: San Miguel del Padrón, un viejo gigante que acunó a ingenios azucareros, artistas y comunidades originarias, ya pone en el aire un grito poderoso.

 

En el barrio El Carmelo se alza la Escuela Luis Meliam, llena de faros luminosos de diferentes edades que caminan riéndose de tanta libertad. Niñas y niños que estudian las luchas de los mártires sostienen la bandera poderosa. Allí flamea el trapo blanco con la mirada repleta de fortaleza de Juana Azurduy, la sonrisa eternamente viva de Luciano Arruga y los ideales intactos de los 30 mil compañeros desaparecidos en dictadura, reflejados en los anteojos de Rodolfo Walsh.

 

“Hay dos motivos por los cuales empezamos este proceso en la escuela y no en el barrio directamente. Por un lado, porque según el sistema educativo nuestro, el colegio cubano debe ser el mayor centro cultural de la comunidad”, explicó Keyla Rosa Estévez, referente de La Poderosa en la isla. Y siguió: “Por otra parte, porque en esta institución es donde se reflejan todos los problemas sociales que debemos transformar para que los muchachos lo lleven al territorio y sean ellos quienes cambien esa realidad”.

 

–Keyla, ¿cómo llega el movimiento villero a San Miguel del Padrón?

–La Poderosa surge en un momento de mucha tristeza, justo cuando fuimos golpeados por la partida de Fidel Castro. Tras ver el documental ‘Ni un Pibe Menos’ en el Festival de Cine de La Habana nos dimos la tarea de conocerlos y nos interesó. Luego de hablar con autoridades, buscamos el modo de adaptar la idea en este barrio donde hay bastante marginalidad.

 

–¿Cómo empezó el trabajo en la secundaria básica?

–Los problemas surgen de la comunidad, sí, pero entendimos que el aula es donde estos se reflejan. Este colegio no se respetaba: se tomaba ron, cualquier ciudadano entraba a la hora que quería, por las noches los adultos hacían cosas… Y los jóvenes tienden a reproducirlas. Por eso hace seis meses comenzamos con los estudiantes, gracias a la ayuda de algunos docentes, para que sean ellos quienes cambien su espacio educativo. Logramos que hagan un huerto, pongan puertas a los baños, pinten un mural gigante. Fueron ellos quienes propusieron que el proyecto se llame “Construyendo Futuro”, dentro de La Poderosa.

 

Los estudiantes acostumbran a pararse con la llegada de visitas y las reciben con un gesto particular: “Ése es el saludo del pionero y tiene 56 años: nació con la Revolución. Significa que los intereses colectivos están por encima de los personales. Mientras que los dedos juntos de la palma representan a los cinco continentes y a la Cuba solidaria”, nos enseñó Keyla mientras nos despedíamos de todas las chamaquitas y chamaquitos.

 

Entre sudores que irritaban hasta al más calmo y varias botellas de agua para refrescarnos, quisimos zambullirnos en el día a día del barrio de donde salen nuestras pibas y pibes cubanos, para abanicarnos de conocimiento y derribar cualquier mito cara a cara con la vecina Yaniset Núñez Manzanares. Cálida, en un recorrido de casi de cinco horas, pudo mitigar cualquier sed de curiosidad.

 

–Dentro de la realidad cubana, ¿qué cambios creés que deben haber en tu barrio, Yani?

–Aquí hay carencias de todo tipo, pero hambre nadie pasa. Yo creo que la Revolución actuó con mucho paternalismo, porque absorbió todo, incluso la responsabilidad civil. Hubo un exceso de “yo te resuelvo todo”. Eso hace que, por ejemplo, tengamos mucha acumulación de basura con cero consciencia de los vecinos. También hay demasiadas malas costumbres violentas que traen de sus casas y la reproducen. La disciplina es un entrenamiento y los que ya nacimos en la Revolución debemos aprenderlo.

 

–¿Qué transformaciones buscan con La Poderosa acá?

–En la juventud, sobre todo, que están en el medio de la generación pasada y la que viene. Tenemos que hacerles llegar todo el legado revolucionario de un modo distinto; ya no sirve contarles el mismo cuento cada año. Hay que bajar a tierra a los héroes, porque son gente normal, personas con errores: Haydée Santamaría, el Che, Fidel. El poeta revolucionario José Martí decía: “Pierdo la vida por mis ideales”, y hoy nadie piensa así porque es otra época. No todo es el bloqueo. Hay maltratos que te dicen que somos nosotros los lobos de nosotros mismos. Eso no puede suceder, hay que entrenar a nuestros chicos.

 

–A diferencia de la sociedad cubana, en nuestras villas son muy pocos los que acceden a estudios superiores…

–Deben entender que nuestra marginalidad no es la misma que la de una favela de Brasil por ejemplo. En Cuba no hay una clase social estratificada. Tú sabes quien tiene un poco más, pero ese escoge la carrera que también yo puedo elegir, y mientras eso exista es complejo compararla con otra realidad. Mientras haya voluntad política no podemos hablar de una barrera. Acá sí podemos decir que hay posibilidades: sólo necesitas esforzarte y no abandonar.

 

Durante el recorrido por la escuela y sus alrededores, el reggaetón y la salsa brotaban de diferentes parlantes y, como nos explican, eso sucede a cualquier hora, incluso por las noches, aunque sin mezclarse con los estallidos de balas perdidas, como en nuestros barrios. En Cuba, no entienden la carátula de gatillo fácil y la portación de armas de armas de fuego no es habitual. Y tampoco existen los femicidios.

 

–¿Cómo están protegidas las mujeres en Cuba?

–Existe la Federación de Mujeres Cubanas para tratar de buscar equilibrio con los hombres en derechos y respeto. El 70% somos universitarias, pero no es sólo eso, porque vivimos en una sociedad muy patriarcal. Hay una complejidad cultural bastante arraigada con estereotipos que se reproducen, pero nunca escuché un caso de femicidio. Si en Argentina hay mujeres que se movilizan y son muy fuertes en género es porque su sociedad lo demanda. Aquí nos falta mucho por trabajar con las vecinas.

 

–Finalmente, ¿cómo es el barrio sin Fidel?

–Yo soñaba con él, era mi música de fondo de pequeña. El Comandante tuvo un deterioro físico muy acelerado porque lo dio todo por el pueblo. No pueden imaginarse aquella noche que anunciaron su enfermedad, a la mañana siguiente era como si cortaran la atmósfera con un cuchillo: silencio. Estaba la sensación de “qué nos va a pasar ahora”, un miedo general. Ese 25 de noviembre, cuando partió, todo el mundo lloraba y era increíble. Pero de todos modos fue inteligente al separarse de a poco del poder y dejando a su hermano a cargo. La preparación del pueblo hizo haya tranquilidad tras su partida, aunque el dolor no se aliviará jamás.

 


 

EMBARRIADOS

LA VILLA

San Miguel del Padrón es un municipio de La Habana, Cuba, con más de 150 mil habitantes. Data de la época colonial europea y es el segundo más poblado de la isla, luego de 10 de Octubre que está lindero al mismo.

LAS LUCHADORAS

De este pedacito de suelo salieron escritoras, poetas, pintores y ella: Olga Alonso González, quien propició la Revolución a través de la cultura y educación popular desde los momentos más difíciles del proceso emancipador de la isla.

EL DESAFIO

Que las y los jóvenes se sumen cada vez más a Construyendo Futuro dentro de la escuela y que esto se contagie en otros colegios, para que dentro de unos años La Poderosa inicie su trabajo en el territorio.

EL ORGULLO

En medio año de esfuerzo hay entusiasmo estudiantil para diferentes proyectos institucionales. Un grupo de jóvenes, de manera independiente, pensó en armar un evento cultural a un año de la partida de Fidel. Ya se están organizando solas y solos.

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