Somos los artesanos expulsados de la peatonal Congreso, porque donde está la Casa Histórica de Tucumán a muchos les molesta que ejerzamos la cultura del trabajo y la independencia.
Somos las puesteras del Bajo de San Miguel de Tucumán que amanecimos con las topadoras tirando abajo nuestros negocios, porque para “limpiar” la Ciudad no tienen mejor idea que barrer la dignidad.
Somos los cooperativistas que brotamos de cada barrio desterrando la explotación laboral y el empleo alienado.
Somos las constructoras de una economía que siempre queda fuera de esos Consejos que desvalorizan nuestros saberes y labores, como si no tuviéramos un diagnóstico transformador de esta realidad. Y como si no fuéramos capaces de poner en marcha una alternativa humana al sistema que durante años tan mal viene funcionando.
Somos los que forjamos la cultura de la solidaridad, rompiendo una lógica perversa, de relaciones de competencia predominantes que inhiben la creatividad y ponen al servicio del individualismo y de la riqueza de otros, las aptitudes de quienes sudamos.
Somos las amenazas a los juegos financieros, por no resultarles lo suficientemente rentables para enriquecerse.
Somos las y los trabajadores de la economía popular, con quienes optan por no dialogar. Y quienes optamos por organizarnos para salir a las calles a defender el laburo, digno, genuino y nuestro. Mal que les pese, NUESTRO.