* Por María Cristina Massaro,
mamá de Sergio Cárdenas, víctima de represión estatal.
Mi hijo tenía 29 años cuando una bala de la policía rionegrina me lo arrebató para siempre el 17 de junio de 2010. A partir de ese día, mi vida y mi mundo cambiaron. Era el mejor hijo, siempre atento a lo que nos pasaba a la familia. Para mí lo era todo. Trabajaba en un hotel y con sus ahorros me estaba construyendo una casa porque anhelaba que viviera mejor.
Esa noche me enteré que la misma policía que asesinó a Sergio, también había matado por la espalda a Diego Boneffoi, de 15 años. Todo San Carlos de Bariloche supo la noticia y no tardó en llegar el reclamo popular a las puertas de la Comisaría 28, donde estaba el responsable de la muerte de Diego. Los uniformados armaron emboscadas con 3 o 4 agentes para persuadir a los manifestantes, pero la persuasión fue con balas de plomo. Nunca imaginamos que las Fuerzas de Seguridad comenzarían a reprimir, a tal punto de ejecutar a Nicolás Carrasco de 16 años.
Han pasado 7 años de lucha, en los cuales Sergio me sigue acompañando. Y el dolor que tengo no me lo va a sacar nadie. Hubo momentos en los que me sentí muy caída, pero mis nietos y mis otros hijos me devolvieron la voluntad para no claudicar en el pedido de justicia.
Los hijos de Sergio, de 11 y 8 años, son parte de cada una de las marchas y reuniones. El sábado, en un nuevo aniversario de su crimen, mi nieta se quebró en llanto al llevar la foto de su papá, en la movilización que realizamos hasta el Centro Cívico.
La causa tiene 17 cuerpos. Cambiaron abogados, fiscales, jueces y hay 3 policías procesados en libertad. Uno de ellos disparó la bala que mató a mi hijo. Juegan a desgastarnos para que dejemos de reclamar. Pero no pudieron ni podrán, y por eso ansiamos a que a fin de este año, o a principios del próximo, se inicie el juicio en el que, por primera vez en nuestra provincia, sentaremos al banquillo de los acusados a 3 policías y a 5 jefes a cargo del operativo. Sólo eso, ya representaría un hecho histórico, ante la impunidad policial que eternamente existe en Bariloche, debido a la complicidad entre la Justicia y el Gobierno rionegrino.
Cuando el vicegobernador Alberto Weretilneck asumió en 2013, luego de la muerte del entonces Gobernador Carlos Soria, prometió a los familiares que llegaría hasta las últimas consecuencias para esclarecer la causa. Sin embargo, el jueves pasado durante una conferencia de prensa en la que anunciamos las jornadas por Diego, Sergio y Nino, lo interceptamos y le preguntamos por qué no estaba cumpliendo su promesa. “No puedo hacer nada, está todo en manos de la Justicia”, fueron sus palabras. Tan solo veinte minutos después, se hacía presente en la ceremonia de egreso de nuevos cuerpos policiales, listos para salir a la calle a castigar a nuestros pibes, en nombre de la seguridad.
Luego de observar el documental “Ni Un Pibe Menos”, sentí el dolor por Kevin, por su familia y por cada víctima de violencia. Porque a pesar de las distancias, la impunidad de las Fuerzas es la mismo. Y a ese accionar criminal, sin dudas hay que ponerle un freno.
Por eso, marchamos otro año exigiendo justicia por Nino, Diego y Sergio, pero también por Kevin, por Luciano y por cada víctima policial.
En Bariloche exigimos Nunca Más un 17 de junio.
¡Y gritamos que se acabe la represión estatal!